jueves, 5 de julio de 2018



LA REGULACIÓN MEDIÁTICA 
NECESARIA

En Político.pe  el 30 de junio 2018

La grita por la llamada Ley Mulder ha arreciado y el debate sobre la prohibición de la propaganda del gobierno en los medios privados está en todos los espacios. Es cierto que prohibir no es regular y que el Congreso ha dejado pasar una gran oportunidad de debatir seriamente este tema de gran importancia para los dueños de los medios por los grandes recursos que ya han comenzado a perder. Pero también de gran importancia para la sociedad como titular del derecho a la información. Es cierto que no se trata de información sino de publicidad pero al afectar económicamente a medios en crisis se les obliga a disminuir planilla y calidad de la información o en el extremo a desaparecer. También es verdad que con los excesos de pagos por publicidad el gobierno puede influir en las líneas editoriales. Sin llegar al soborno el gobierno y los medios ingresan a una cercanía sospechosa.

El equilibrio entre ambos extremos es lo deseable. La modificación o la derogatoria de la Ley es urgente para los medios y la presión sobre el Tribunal Constitucional se acentuará con el paso de los días que se cuentan en dinero que no ingresa a las cajas mediáticas.

Si lo que querían sus mentores era la regulación no la lograron al haber optado por la prohibición total.  Pero han abierto una puerta tanto para las excepciones necesarias como para que los presupuestos del Estado no tengan uso político indiscriminado de arreglo o disuasión. Lo que no debe pasar es que los intereses autoritarios de Fuerza Popular prosperen para la venganza o el amedrentamiento a la prensa. El fujimorismo tiene demasiado rabo de paja en su relación con los medios para que alguien pueda creer en sanas intenciones de proteger al erario público castigando a la prensa adversa o poco complaciente. Este castigo sí podría llegar a distorsionar contenidos y afectar el derecho a la información.

La pauta publicitaria estatal no puede ser abierta, ilimitada y sin racionalidad. Si queremos proteger a la prensa crítica e investigadora no será haciéndola dependiente de dádivas por publicidad oficial. Y menos comprando directamente líneas editoriales como lo hizo Fujimori para controlar comunicación e información, corrompiendo a los dueños de algunos medios.

La ley Mulder sirve al fujimorismo para sus afanes de cambiar la historia de su ADN noventero aunque ahora griten no a la corrupción y al control mediático. Son autoritarios y lo seguirán siendo. Los estamos viendo, intolerantes ante las críticas, con una pésima gestión parlamentaria que convoca el consenso ciudadano en contra. Pocos dudarían de que deben rectificar.


RESPETAR 
LA MEMORIA

En Correo el 30 de junio 2018

Los años noventa son de ingrata recordación. Padecimos una confrontación con pérdidas humanas y económicas enormes. El Perú se desangró en una guerra fratricida. A 38 años de la nefasta declaratoria de guerra al Estado por Sendero Luminoso seguimos tratando de sanar heridas. Los dos bandos fueron peruanos y tienen sus propias versiones de los graves excesos en que incurrieron colocando a la sociedad entre dos fuegos. La memoria colectiva existe y sabe lo que ocurrió más allá del deseo de reescribir la historia de quienes se sienten vencedores. Pero nadie gana cuando el país se desgarra y debemos ser rigurosos y éticos con el respeto de los recuerdos amargos.
Pero hoy que el fujimorismo manda en el Congreso hay quienes buscan congraciarse como el general Edwin Donayre y ahora el alcalde de Lima Luis Castañeda Lossio. Olvidan que Alberto Fujimori nos dejó los peores ejemplos de violación de derechos humanos y la corrupción más grande de la historia del Perú bajo el signo del autoritarismo. Y que mover el tema implica verdades incómodas.
La Municipalidad de Lima anuncia en el Parque Neptuno un espacio temático en memoria de los caídos durante el terrorismo al que pretende llamar "Héroes de la Democracia" a ser inaugurado por el fujimorista Luis Galarreta. La intención es obvia, confrontar con el Lugar de la Memoria, hasta ahora imparcial y bien administrado por un patronato respetuoso y responsable de las distintas versiones y de las lecciones dolorosas. No necesitamos dividir nuevamente al país y menos imponer la arbitrariedad. El Ministerio de Cultura afirma con acierto que el LUM es el único espacio oficial. Nos toca defenderlo y evitar que surjan tantos museos como verdades existan. No hay “la verdadera historia” del terrorismo. Lo que hay es la necesidad de superar el dolor, de unirnos en el recuerdo sin aceptar manipulaciones políticas perversas y por demás interesadas