domingo, 17 de enero de 2016


A SACAR MANTECA

Publicado en Político.pe el 16 01 16

Comenzamos la campaña con candidatos inscritos y admitidos por el JNE. Y lo hacemos bajo el signo de la propaganda más que de los discursos racionales con opciones que deberían ser analizadas. La publicidad pagada, la presencia en los medios, los mensajes que apuntan a las emociones, todo ello subordinado a los dineros que se inviertan. Por eso que la frase plata como cancha impacta y preocupa ya que elegiremos gobernantes según los capitales que se inviertan. No es una feria de ideas sino de postines y de gastos en la política tomada como empresa o negocio con capitales que deberán recuperar. Parte de ello son algunas encuestas que pretenden orientar al elector en las que también influyen el interés de quien las paga sea éste un medio de comunicación, un partido o un candidato.

La política no debería ser marketing puro o simple propaganda que distorsiona o apuesta por falsas verdades con altos precios. En democracia las instituciones deben contar y ser capaces de poner coto a los excesos o a los desplantes dinerarios. De organizar debates en los dos meses que vienen para definir las dos opciones que competirán en definitiva. Medios y partidos tienen como desafío abordar los verdaderos temas de fondo como la seguridad y la economía, en las redacciones o en los sets de grabación sin convertir los espacios en aburrimiento mortal.

Para evitarlo la apuesta es por el entretenimiento y la banalización. Hasta los partidos políticos respetables se relacionan con la farándula o con personajes que pueden hacer menos tediosa y más llamativa la campaña. 

La experiencia, los equipos, la capacidad, la vocación de servicio, los principios, la institucionalidad y la gobernabilidad se ven relegados por la búsqueda frenética de los votos. Lo que interesa al país no interesa a algunos protagonistas que prefieren escuchar los consejos de los expertos que cobran mucho para vender al candidato igual que una pasta de dientes. 

Comienza la persecución de la mejor frase, el slogan más efectivo, el perfil más exitoso que lo acerque al pueblo. ¿Se podría relativizar esta feria de vanidades e inversiones e introducir algo de reflexión y análisis para una decisión más conforme al interés nacional? Difícil pero no imposible.


EN EL PARTIDOR 


Mi columna HOJA DE TIEMPO en Correo el 16 01 16

El gobierno de Ollanta Humala va concluyendo como pato rengo, con muchas críticas y ausencia casi absoluta de confianza lo que se refleja en el mínimo apoyo ciudadano al candidato nacionalista Daniel Urresti cuya fórmula presidencial no puede ser peor. Pero la campaña que formalmente se inicia con candidatos, jales y alianzas tampoco genera muchas ilusiones y si demasiados temores. Mucho dinero, poca racionalidad, excesiva propaganda que afecta el análisis y el debate. Las generalidades no dan para discutirlas tampoco el marketing político que permite vender al candidato como producto de consumo.

La reforma electoral promovida por el JNE no avanzó y la aprobada por el Congreso es su remedo. Tenemos una nube de candidatos entre presidenciales y parlamentarios que hace casi imposible que el ciudadano común elija reflexivamente. 

Y si de alianzas se trata la única institucional, conformada por partidos prácticamente supérstites, es la del Apra con el PPC que  exhibe voluntad de gobierno a partir de la capacidad, la experiencia y la organización. Pero tendrán que remar contra la corriente y contra el mucho dinero invertido en los medios de la otra, denominada Alianza para el Progreso de César Acuña, casi en las antípodas de la primera.

Un país tan complejo como el Perú, que necesita avanzar preservando los pocos o muchos logros de la democracia, tiene una nube de pretendientes que creen que gobernarlo es un deporte. Lamentablemente la dimensión oculta de esta feria no puede llevarnos a buen puerto y el ciudadano sereno y preocupado así lo intuye y lo teme. 

Aprovechamiento, aventurerismo, oportunismo en lugar de capacidad, coherencia, gobernabilidad, principios y valores es un mal negocio. 

Confiemos en que la dinámica de la campaña nos muestre el camino para decantarnos por el candidato que conviene al país, que más temprano que tarde se entienda que no se trata de ganar a como dé lugar, reduciendo al adversario con las peores armas. La democracia da recursos que conectan con las mejores razones ciudadanas. Y ojalá funcione aquello que la voz del pueblo es la de Dios. Lo necesitamos.