domingo, 16 de septiembre de 2018



OSCUROS INTERESES
En Correo el 15 de Septiembre 2018
Ya no sabemos qué creer ni en quién confiar. En esta guerra de todos contra todos, hasta el más sospechoso proclama su lucha contra la corrupción y la ciudadanía traduce su hartazgo en desinterés por las elecciones municipales y regionales.
Peligrosa inercia contra la cual no hay antídotos que no sean el cumplimiento de las promesas y la transparencia. Pero de esto nada. Ni el Presidente Vizcarra ni el titular del CongresoDaniel Salaverry, menos aún los altos líderes políticos, pueden movilizar voluntades y erradicar desconfianzas. Estamos ante un bloqueo evidente, penoso y altamente peligroso.
Daniel Salaverry preside el Congreso y milita en la fuerza mayoritaria. Podría ofrecer y cumplir pero no le resulta fácil. Con un corto mensaje prometió la rápida discusión de las reformas para su aprobación y posterior referéndum. Pero su gente no le hizo caso. Quiso sesión permanente para iniciar el debate con el Consejo Nacional de la Magistratura pero le resultó un fiasco. Ni debate ni dictámenes ni urgencia. La tortuga congresal sigue interesadamente su curso de colisión con el Presidente al cual los fujimoristas le dedican irrespetuosos ataques subidos de tono. Rosa Bartra lo trató de pobrecito. Luis Galarreta acuñó la exitosa frase ‘los cuellos blancos de Choquehuanca’ y en conjunto le sacaron brillo a la relación de campaña de Peruanos por el Kambio con el detenido montesinista José Luis Cavassa. Mientras la Comisión de Constitución dilataba la aprobación de la reforma del CNM
¿Alguién está provocando la cuestión de confianza?
Estamos ante una madeja de intereses oscuros. Muchos buscan salvarse de Lava Jato y apuestan al cansancio ciudadano y al caos por exceso de enfrentamientos. Otros siguen enriqueciéndose en sordina. Pedro Chávarry parece haberse metido por el medio y es un catalizador de lo que unos quieren y otros rechazan. Buscan removerlo aunque nada garantice que su salida será una buena medida para el país.



EXITOSA 
EMERGENCIA

En Político.pe el 15 de Septiembre 2018
Estamos acostumbrados a las declaratorias de emergencia y también a que los Servicios de Emergencia de salud pública sean un desastre, tugurizados, verdaderas sucursales del infierno como sucede con la Emergencia del Hospital Eduardo Rebagliati. Necesitamos historias de éxito para recuperar la fe. Historias lamentablemente extrañas cuyos protagonistas sean la buena voluntad, la eficiencia y la capacidad de servicio y de afecto.
En plena crisis política y de confianza, cuándo no sabemos qué creer ni en quién creer, estábamos buscando algo que nos aliente y que demuestre que sí hay peruanos de bien. Que piensan en los demás, que  quieren ayudar a los más necesitados.
Y la encontramos en el Servicio de Emergencia del Hospital  Arzobispo Loayza, que hace cinco meses se apiñaba en un ambiente reducido y tugurizado y que de un momento a otro vio la luz cuando un grupo de altos funcionarios pensó en relanzar una causa que parecía perdida: recuperar el terreno adyacente al Hospital que pertenecía a la antigua Escuela de Enfermeras para ahí levantar un nuevo Tópico.
La extensión de 10 mil metros cuadrados es de un local  donado para la antigua Escuela de Enfermeras de ese centro asistencial. Seguía siendo propiedad de la Beneficencia Pública de Lima presidida con acierto por Martín Bustamante, dentro del ámbito de acción del Municipio de Lima Metropolitana.
La confluencia de buenas voluntades surgió cuando Abel Salinas Rivas fue Ministro de Salud y entre su eficiente equipo asesor figuraba Walter Navarro Murgueytio, médico del Loayza, personalmente comprometido con una solución viable para la Emergencia. Especialmente amigo de Martín Bustamante y de la Directora del Hospital Loayza, la pediatra Victoria Bao, colega de especialidad del Ministro, eficaz mediadora de este anhelo institucional.
Para lograrlo lo más pronto Walter Navarro Murgueytio, persuasivo y persistente, aprovechó el corto periodo ministerial de Salinas y su sensibilidad para solucionar la situación y actuó como facilitador entre las partes, reuniéndolas, conversando con ellas un día sí y otro también hasta superar los escollos técnicos, económicos y de confianza. Así el MINSA pagó -por gestión del ViceMinistro Percy Montes- un primer abono a la Beneficencia que tenía la propiedad del edificio necesario para la ampliación hospitalaria. 
Un día antes de dejar el Ministerio de Salud Abel Salinas adelantó la entrega. El pago total a la Beneficencia había sido dispuesto y en presencia de Walter Navarro, Martín Bustamante y Victoria Bao, el club de amigos artífices de la importante gestión, anunció emocionado que esa emergencia inhabitable y tugurizada quedaba atrás y era posible soñar con un servicio adecuado y eficiente de acuerdo a la dignidad de los pacientes.
El terreno es amplísimo y el proyecto acoge la idea de un nuevo Hospital con adelantos científicos y tecnológicos. Ojalá fuera así. Por ahora en el local expropiado, se implementa poco a poco el Servicio de Emergencia.
Walter Navarro Murgueytio, durante diez años Jefe del Servicio de Cirugía Plástica y Quemados, perseguidor incesante de una Unidad Especializada para los Quemados que llegan al Loayza por su calidad de hospital de referencia nacional, solo ha pedido que de los miles de metros cuadrados -cuya recuperación impulsó- algunos sean dedicados para esa urgente y ansiada Unidad.
Por estos días visitamos la nueva Emergencia. La directora Bao y su equipo han hecho milagros para mudarse y adaptar lo que tienen a los espacios recibidos. Todavía no lo pueden creer pero ahí están los pacientes en cuartos individuales, recibiendo las atenciones que antes no pudieron tener.
Felicitaciones a estos amigos, al ex ministro Abel Salinas, a Martín Bustamante, a Victoria Bao y a Walter Navarro Murgueytio. Reconocimiento a esa voluntad y persistencia a nombre de los tantos pacientes que no conocen esta historia pero de seguro ya la están agradeciendo.


¿CRISIS 
DE GOBERNABILIDAD?
En Correo el 08 de Septiembre 2018
En esta guerra de todos contra todos pierden las autoridades y también las instituciones. Los tres poderes del Estado están bajo fuego, amenazados por el descrédito y la deslegitimación. Ni siquiera el presidente Martín Vizcarra está protegido sin hablar de magistrados, jueces y fiscales y por supuesto congresistas. La voz de la calle es el cierre del Congreso. Nadie cree en nadie y los intereses ocultos pululan sin que podamos descubrir porqué se está llegando a excesos históricamente inéditos.
Todos se proclaman impolutos luchadores contra la corrupción y en esa presunta virtud se pretende festinar trámites, dar paso a venganzas personales, protegerse contra investigaciones, evitar prisiones preventivas y desacreditar advertencias desde eslóganes populares, denuncias y dedos acusadores.
Un informe de una fiscal del Callao incluye el testimonio de un colaborador eficaz pero no lo contrasta por lo tanto lo incluye sin saber si es eficaz o no. Un documento suscrito por los Fiscales Superiores pide a Pedro Chávarry la mejor decisión para resolver la crisis pero no le pide la renuncia. Sin embargo medios serios titulan en primera página que le están pidiendo renunciar.
El Poder Judicial, el Ministerio Público, el Congreso tienen poca o ninguna credibilidad en momentos en que como nación debemos enfrentar el mayor escándalo de corrupción privada. Lava Jato tiene mucho que revelar, es una Caja de Pandora que al abrirse dejará ver a muchos presuntos decentes de altísimo nivel, políticos, empresarios, periodistas y funcionarios de Estado, que han lucrado con funciones y cargos. Si nos atenemos a los montos los audios de la vergüenza son merienda de pirañas frente a los miles de millones que movió la empresa brasileña durante largos años.
Mucho cuidado con esta autodestructiva dinámica. El límite es la crisis de gobernabilidad y la forma de enfrentarla podría ser el golpe de Estado sin instituciones confiables que pudieran evitarlo.

¿GOLPE DE ESTADO 
POR DESGOBIERNO?
En político. pe el 09 de Septiembre 2018
Los llamados audios de la vergüenza han destapado la crisis del sistema de justicia que viene de lejos y todos queremos desterrar. Se ha desatado una justificada persecución contra jueces y fiscales corruptos que tiene como cereza de la torta al Fiscal de la Nación Pedro Chávarry. Muchos quieren su caída y muchos lo defienden. En un escenario donde los tres poderes del Estado están siendo deslegitimados por falta de confianza de la población y dónde está planteado un referéndum para canalizar la voz de las calles, las elecciones municipales y regionales interesan a muy pocos.
Todo indica que autoridades e instituciones se han desgastado cuando deberían estar más activas y alertas que nunca ante el gran escándalo de Lava Jato que viene con muchas amenazas para gente que se mantiene agazapada mientras se exhibe ruidosamente como luchadores contra la corrupción.
Esa Caja de Pandora que es el escándalo Odebrecht asusta a muchos. Si nos atenemos a los montos la Banda de Camayo y su comparsa de jueces y fiscales resultaría de pirañas frente a los miles de millones del Lava Jato que involucraría altísimos políticos, empresarios, periodistas y funcionarios. Estos son los intereses ocultos que llevan a muchos a proclamarse como impolutos luchadores contra la corrupción mientras pretenden festinar trámites, dar paso a venganzas personales, protegerse contra investigaciones, evitar prisiones preventivas y desacreditar advertencias desde eslóganes populares, denuncias y dedos acusadores.
Estamos ante un desborde de excesos históricamente inédito. Un informe de una fiscal del Callao incluye el testimonio de un colaborador eficaz pero no lo contrasta por lo tanto lo incluye sin saber si es eficaz o no. Un documento suscrito por los Fiscales Superiores pide a Pedro Chávarry la mejor decisión para resolver la crisis pero no le pide la renuncia. Sin embargo medios serios titulan en primera página que le están pidiendo renunciar.
Hemos entrado a una dinámica autodestructiva llevados por el miedo de algunos o por el afán de protegerse contra acusaciones públicas que de seguro les alcanzarán. Las reformas judicial y política son un imperativo pero ellas podrían no llegar si seguimos en esta guerra de todos contra todos en la que nadie gana y todos perdemos.
Sin racionalidad y con excesos de descrédito podríamos llegar al desgobierno que facilitaría un golpe de Estado. La anarquía acecha a naciones que no saben responder a sus desafíos. Terminemos con la politización de la justicia y con la judicialización de la política. Los extremos son siempre peligrosos.