PRENSA BRITÁNICA Y REGULACIÓN
Los medios y su gran poder están en el centro
del debate en la región y el mundo. Tenemos en agenda la propuesta mexicana de
reforma mediática, el debate en la OEA y
sobre todo el revuelo causado en el Reino Unido por la propuesta
de regulación mediática pactada por los tres grandes partidos
políticos del país.
Los periódicos deben decidir si la aceptarán o
se enfrentarán a “castigos ejemplares” si se quedan fuera. Algunos sectores la
critican como ataque a la libertad de expresión pero gran parte de la población
la considera oportuna y necesaria ante los excesos del sensacionalismo que frecuentemente cruza la línea de lo permitido
en Gran Bretaña.
Los
patronos de la prensa están proponiendo formar su propio organismo regulador. Rechazan
ser multados hasta con un millón de libras ante la exigencia de mayor
requerimiento de cumplimientos. Aunque es cierto que mayores poderes de regulación
parecen inevitables dada la ineficiencia del anterior regulador, la Comisión de
Quejas de la Prensa.
La
decisión de David Cameron de crear un supervisor independiente que controle a
la prensa es considerada de imprevisibles consecuencias en un país como el Reino
Unido que de un lado prohija la calidad e independencia de la BBC y de los
canales públicos de radio y televisión y de otro lado tiene tradición de prensa
sensacionalista como la del tabloide News of the World de propiedad de Rupert Murdoch
que debió cerrarlo por sus excesos.
Justamente
la creación de un supervisor independiente es el resultado del Informe Leveson,
surgido de la comisión parlamentaria que investigó el escándalo de las escuchas
del News a políticos, escritores, actores y empresarios, víctimas de esta
inmoral e ilegal forma de trabajar de sus periodistas. Este medio vendía 2,8
millones por semana y ha sido reemplazado por The Sun on Sunday, con similar línea editorial.
Las opiniones
se dividen. Es cierto que hay que poner límites a cierta prensa abusiva, pero
lo peor sería erosionar la libertad de prensa en una de las democracias más
antiguas del mundo. Por eso la mejor opción sigue siendo la de autorregularse
con Códigos de Ética propios y a partir de un Defensor del Lector o de la
Audiencia que vigile su cumplimiento. La democracia depende de una sociedad
bien informada y el mejor periodismo de la existencia de frenos y contrapesos y
de la libertad de prensa.
En esta línea va mi libro DIOSES, DIABLOS Y FIERAS, periodistas en el siglo
XXI, presentado recientemente en el Congreso. Con él propiciamos una mayor credibilidad
de la prensa y de los medios con base en su independencia y profesionalidad a
partir de un periodismo de calidad que haga respetar el derecho a la
información de la sociedad.
Unas líneas para agradecer por su publicación al Fondo Editorial del
Congreso y a Yehude Simon, Beto Adrianzen y César Campos que lo comentaron. En
especial a Paco
Miró Quesada Rada, quien señaló en el Prologo, y ante el auditorio, que DIOSES,
DIABLOS Y FIERAS, es un libro que marcará un hito en la literatura sobre
periodismo en el país y en la región. Mil gracias.