SOLDADOS DE BLANCO
Corren días de protestas y de
incertidumbre. A casi un año de gobierno nacionalista el país espera
definiciones en un ambiente en que proliferan conflictos socio-ambientales que deberían
ser asumidos a partir de un diálogo fructífero. A ellos se agrega el peculiar
batallón de soldados de blanco desfilando por la ciudad, los médicos de los
hospitales de la seguridad social, Essalud, y del Ministerio de Salud, MINSA, por
primera vez unidos, para exigir mayor atención a sus remuneraciones pero
también al presupuesto de la salud pública, uno de los más bajos del
continente, el mismo que Ollanta Humala ofreció incrementar en uno por ciento como
señal de una mayor preocupación por los servicios públicos, condición que
identifica a gobiernos verdaderamente progresistas y de centro izquierda.
Las demandas médicas han
originado dos días de movilización. No piden nada exagerado ni excesivo, nada
que no se pueda lograr a través de un crédito suplementario. Desde el nombramiento
de médicos en plazas vacantes desocupadas que deben ser llenadas para atender
la dramática situación de las emergencias y el avance de enfermedades como la
tuberculosis cuyos programas de prevención no han funcionado. Vemos con horror cómo
se multiplican casos de médicos y enfermeras contagiados de un tipo de
tuberculosis con gérmenes multiresistentes que pueden llevarlos a la muerte.
Los médicos trabajan diariamente
con vidas humanas, no con negocios, inmuebles o transacciones, profesiones que
parecen mejor apreciadas económicamente. Los médicos dedican más de una década a
su formación y perciben remuneraciones irrisorias, algunos CAS con poco más de
800 soles mensuales. Ello se suma a las condiciones de pobreza en equipamiento
y medicinas para atender seres humanos que generalmente vienen de los sectores
más pobres del país en especial en los centros llamados de referencia como los
hospitales Loayza y Dos de Mayo.
Que un Estado maltrate a
quienes cuidan la salud de la gente es la muestra extrema del desencuentro con
su sociedad que asiste a esta situación alimentando descontento, protestas y
rebeldías que deslegitiman a las autoridades elegidas. Los médicos tienen demandas
hoy más que nunca atendibles en un país cuyos gobernantes pretenden que marchamos
hacia el progreso. Su protesta es legal, legítima y fundamentada aunque no
faltan quienes la satanizan como radical y extrema. Así debería serlo cuando se
ponen en riesgo vidas humanas.
Lamentablemente un paro de
atención médica tiene costos en pacientes pobres que dejan de ser atendidos sin
embargo todo el país debería apoyar a los soldados de blanco, que gritan por
mayores recursos para un sector clave en la defensa de la dignidad y de la vida
como es la salud. Todo gobierno que se pretende progresista se caracteriza por
la atención a los menos favorecidos y por la redistribución de la riqueza a
través de los servicios públicos, indudablemente los más importantes son Salud
y Educación.
Los problemas del sector salud
son históricos pero que persistan y se mantengan intocados indica indiferencia
e inercia social políticamente suicidas. Que el presidente Humala tome
conciencia de ello, que asuma e conflicto médico con liderazgo y persuasión,
que la racionalidad se imponga antes que las demandas de los médicos se
exacerben y se decidan por la paralización nacional indefinida anunciada para julio,
la cual sería absolutamente dramática para el país, especialmente para aquellos
que votaron por Ollanta y creyeron en sus promesas.