domingo, 26 de mayo de 2019


EL ESTADO SOY YO

En diario Exitosa el domingo 26 de Mayo 2019

Martín Vizcarra llegó al Congreso acompañado de Salvador del Solar, su Primer Ministro, para imponer su presencia y su voluntad. Llegó sin invitación y sin respeto, de manera inesperada para exhortar a la Comisión de Constitución a tratar con responsabilidad y “sin trampas” los proyectos de reforma política y pidió actuar en función al Perú y no a intereses particulares. No midió las consecuencias ni consideró el protocolo, menos aún le preocuparon la separación y el equilibrio de poderes o las buenas maneras políticas.

Como Luis XIV parece pensar que además de personificar a la nación como señala la Constitución él como Presidente es el Estado mismo. Por eso después de un mes de haber presentado los proyectos de reforma política invitó a las bancadas a Palacio de Gobierno y personalmente fue a reclamarles el respaldo. Y lo hizo de mal talante, con tono demasiado fuerte los conminó a aprobar sus proyectos tal como han sido presentados.

Es entendible el deseo de mejorar las instituciones y la representatividad tan venida a menos pero hay un problema de prioridades en un gobierno que ha perdido contacto con la gente. La reforma política debe venir después de la atención a necesidades urgentes como la paralizada reconstrucción del norte, la lucha contra la criminalidad urbana que está matando en las calles y en las casas con un crecimiento sin control que ha convertido los noticieros en desmesurada y permanente crónica roja. O el colapso de la salud pública con hospitales nacionales desabastecidos en lo esencial. O la economía bloqueada y el desempleo juvenil ignorado. Todo esto con el telón de fondo del gravísimo impacto moral causado por una mega corrupción ubicua e implacable.

No está el horno para bollos, el desplante presidencial no fue para nada bien recibido. El gobernante ya no goza de la popularidad de sus momentos aurorales, en su segundo año la gente se siente desatendida, desprotegida sin conexión con el gobierno y menos aún soporta una nueva etapa de pugna de poderes, que se acaba de inaugurar, en la que nadie gana.

Con ánimos exacerbados comenzó nuevamente la letanía del  cierre del congreso o la vacancia presidencial, de la ineficiencia para conducir el país o de la irresponsabilidad congresal y en el extremo la amenaza recibida o propinada del supuesto golpe de Estado. Las consecuencias de tanta colisión son la inestabilidad política y jurídica que como sabemos espanta las inversiones y desmoraliza acentuando la ya fortísima crisis de confianza en las instituciones y en los políticos.

Y si el objetivo presidencial era volver a sintonizar con el pueblo, enfrentando al alicaído Parlamento, está lejos de haberlo logrado. Vizcarra seguirá bajando en las encuestas si no responde a la población que demanda atención a sus apremiantes necesidades. Será así mientras los políticos se peleen en las alturas y ni el gobernante ni los congresistas respondan como debe ser, con racionalidad, responsabilidad y diálogo, a esta etapa que a no dudarlo es una de las más críticas de nuestra historia.




AQUÍ ESTOY 
PORQUE HE VENIDO

En Correo el 25 de mayo 2019

En democracia la división y equilibrio de poderes es muy importante como también lo son las formas y las buenas maneras. En el Reino Unido, de modélica monarquía parlamentaria, la Reina pide permiso para ir al Congreso. No impone su presencia ni desafía a los representantes del pueblo. Pero en el Perú la reciente visita del presidente Martín Vizcarra al Parlamento ha roto una tradición de respeto a lo que en algún momento se consideró el primer poder del Estado. Y ha generado nuevas tensiones porque el Ejecutivo quiere, rabieta de por medio, que le aseguren que el Congreso aprobará la reforma política a la brevedad y según su propuesta. Los parlamentarios, aunque de pobre aprobación, esta vez no se dejaron poner contra la pared como sucedió con el referéndum de diciembre.

Nunca segundas partes fueron buenas dice el dicho. Bien aplicado al caso con la respuesta del titular Daniel Salaverry “No le tenemos miedo a un posible cierre”. En buen cristiano no están dispuestos al avasallamiento.

Mal cálculo presidencial porque no está el horno para bollos. Las reformas no son urgencia para la gente que vive una etapa de convulsión moral por el impacto de la mega corrupción que parece no conocer límites y de desborde social por los paros y el desempleo más los graves problemas diarios de criminalidad urbana, salud pública y economía con pobre crecimiento. A nadie encandilan las ofertas e iniciativas reformistas mientras no se atienda lo prioritario.

Con poca comprensión del momento crítico y muy poca sintonía con la gente Vizcarra ha inaugurado un nuevo periodo de choque de poderes, con sus secuelas de inestabilidad política y jurídica, en el que nadie gana. Seguirá bajando en las encuestas porque la población rechaza la desatención a sus apremiantes necesidades, en especial la inseguridad, mientras los políticos se pelean en las alturas.