domingo, 7 de abril de 2013

¿UNA EMPRESA MULTIMEDIA PUBLICA?


 

¿MEDIOS PÚBLICOS? NO SE OYE PADRE


Escribo hoy cinco de abril, cuando recordamos el funesto autogolpe producido hace 21 años. El avasallamiento y la ruptura democrática que lograron las fuerzas políticas más oscuras se debió en gran parte al apoyo que el fujimorismo recibió de algunos medios de comunicación que en los siguientes diez años funcionaron al lado del dictador sin discutir para nada sus gestos antidemocráticos.

Y es que el inmenso poder político del cual gozan los medios en nuestros países es ya una noción aceptada,  igualmente debería serlo la de propugnar que el servicio de información que prestan se realice dentro de la autorregulación posible de cara a la confianza que el lector o usuario les presta.

Muchos países vienen discutiendo la reforma de sus medios. El Reino Unido debate la autorregulación supervisada a partir del informe Leveson que busca poner límites a los excesos de los tabloides sensacionalistas. Más cerca de nosotros, países vecinos se preocupan por el equilibrio de la información e incentivan medios públicos a fin de superar la dicotomía medios privados y medios gubernamentales.

La independencia de los medios es clave para una sociedad bien informada. Ni el poder económico ni el político deberían distorsionarla. Por eso países como Argentina, con no poco escándalo, Ecuador, Uruguay, Brasil y recientemente Méjico se abocan a determinar funciones, objetivos y financiación de los sistemas de medios públicos.

¿Cuál debería ser el objetivo primordial de un sistema de medios públicos? ¿Recoger los aspectos que los medios privados-comerciales desechan? ¿Ofrecer una programación con valores ciudadanos y democráticos junto a una información imparcial, equilibrada? ¿Competir con los privados por la audiencia y la publicidad?

Los medios públicos equilibran el mapa de la comunicación nacional que se maneja entre el interés privado y el del gobierno de turno. Son tan positivos como conflictivos. No en vano las nuevas leyes de medios vienen alimentando acaloradas discusiones en las que los intereses políticos, económicos y sociales determinan qué opiniones se pueden o deben dar abiertamente.

Nuestro país no insiste en esta discusión, parecería que estamos muy conformes con nuestros medios estatales que son los menos y con los medios privados que son la gran mayoría. No aspiramos a medios no subordinados a los dictados del mercado en términos exclusivamente de rating ni a la lógica gubernamental, que subordina todo contenido informativo al cálculo que lo beneficia.

No parece interesarnos dar mayor atención a las necesidades de (in)formación y entretenimiento de las grandes audiencias como de las minorías. No pensamos en medios que no estén al servicio del gobierno ni de intereses privados ni corporativos y que respondan al interés de la sociedad, manejados en su gestión por representantes de la misma sociedad que los acoge.

Si bien es cierto que es difícil para los medios públicos consolidar autonomía y pluralidad, es necesario definir un posible servicio público de información, masivo y de calidad, que puede y debe ser prestado. Nuestros pocos medios de propiedad estatal deberían convertirse a la gestión pública pero nadie parece interesarse. El debate debe abrirse y sostenerse sin que se ignore sus posibilidades o se considere perdido o infructuoso.

Cuando estuvimos en la presidencia de los dos más importantes medios estatales -que son TV Perú, al cual le cambiamos el nombre que antes era TNP, por considerar que era el canal de bandera, y de Editora Perú que edita El Peruano y gestiona la agencia de noticias Andina, a la cual hicimos abierta y sin costo- propugnamos la fusión del IRTP y de Editora en una gran empresa multimedia, de propiedad estatal pero de gestión pública. La iniciativa no prosperó en los altos niveles de gobierno y está ahí para quien quiera asumirla. Su principal ventaja está en que permitiría el equilibrio del espectro informativo en el Perú. Esperemos.  

LOS MEDIOS DEBEN AUTORREGULARSE


EL SERVICIO ESTÁ POR DELANTE DEL NEGOCIO

La Primera. 11 03 13. Entrevista de Marco Fernández

María del Pilar Tello considera que si los medios de comunicación no quieren una regulación del Estado, deberían autorregularse.
 
María del Pilar Tello tiene una mirada amplia sobre la realidad periodística. Sabe que los medios de comunicación se encuentran en una crisis económica que los debilita ante las presiones de los poderes económico y político; que falta una orientación sobre el manejo de la publicidad en la prensa por parte del Estado… Son muchas las preguntas que pueden hacérsele al respecto. He aquí algunas respuestas.

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN EL SIGLO XXI "

NI DIOSES NI DIABLOS NI FIERAS

Yehude Simon, congresista. “Es un libro no solo para políticos, periodistas o estudiantes de comunicación, sino especialmente para los lectores, el ciudadano común y corriente que tiene que defender sus derechos. Es un libro absolutamente crítico, que no perdona nada, pero que dice verdades, y nos está advirtiendo de que el periodismo tiene más poder que los políticos, por eso es que cuando mencionaba que no queremos a los diablos, tampoco queremos a los dioses y menos a las fieras”.

Alberto Adrianzén, parlamentario andino. “Se trata de un libro que dará mucho que hablar. Es un libro muy valiente, inteligente, polémico y bien escrito. Lo califico de mayor. Los medios no son una empresa cualquiera. No son una fábrica de zapatos o polos. Yo creo que los medios son actores políticos. La pregunta es ¿por qué los medios tienen más poder?

Francisco Miró Quesada Rada, director de El Comercio. “Si los medios tuvieran ese poder, Rockefeller hubiera sido presidente. La pregunta es cómo se ejerce el poder desde diversos lugares, desde el Estado, la sociedad y los medios. Ese es el tema central del libro”.

Doctora en Ciencias Políticas por las universidades de San Marcos del Perú y Grenoble de Francia, ha sumado un libro a su biblioteca de autoría personal: “Dioses, diablos y fieras. Periodistas en el siglo XXI”, publicado por el Fondo Editorial del Congreso de la República. Anterior past-presidenta de Editora Perú, empresa que edita el diario El Peruano y gestiona la agencia de noticias Andina. Para ella, si los medios no quieren que el Estado los regule, deben empezar por una autorregulación; en la que una de las figuras claves para que ello se realice es la figura del defensor del lector.

-Cuando dice que actualmente hay libertad de expresión, ¿lo dice por este gobierno, por este año, por esta década?
-Lo digo por este gobierno y creo que en el anterior también la hubo, pero de todas maneras hay que relativizar, en el sentido de que esa libertad de expresión muchas veces está influenciada por fuerzas internas que no son aparentes, que no son visibles, y eso es una limitación que el usuario, el público, no puede percibir. Incluso se habla de la ‘esponsorización’ de los medios y es que cuando los medios están en crisis económica como están ahora, es posible que los publicistas que hacen una inversión fuerte en los medios, puedan influir en la línea editorial.

-¿Ha conocido algún caso en específico?

-Bueno, de interferencia clara lo hemos tenido en el fujimorismo, que más que interferencia fue una compra de líneas editoriales evidente.

-Usted habla del defensor del lector.

-Del lector, en la prensa escrita, y de la audiencia, en radio y televisión.

-¿Por qué cree que es menos factible de ser comprada la línea editorial de la prensa escrita que la de la televisión?
-No, no creo que sea menos factible. Yo creo que cuando hay dinero y voluntad de tener un medio, las compras se hacen de la manera más fácil. Estamos en un mercado.

-Dice en su libro que hay más interés por la TV que por los medios impresos.

-Bueno, porque la televisión tiene mayor llegada. Pero a pesar de que existen medios más rápidos, su poder es fugaz. Yo creo que la prensa escrita tiene menos impacto, pero sí una mayor permanencia.

-Habla del caso del grupo Eco, de que tiene un buen Código de Ética, pero no es aplicable, porque no existe…
-No digo que no es aplicable. Digo que no hay quién vele por su aplicación. Pienso que todos los medios o grupos de medios deberían tener un código de ética. Pero cuando no tienen el mecanismo del defensor del lector o de la audiencia que lo haga valer, entonces queda en letra muerta.

Los medios de comunicación deben autorregularse si no quieren que el Estado los regule, opina Tello.

-¿Usted cree que un defensor del lector hubiera podido, en la anterior campaña presidencial, hacer que el medio no se muestre tan pro Keiko Fujimori?

-Podría haber sido en la medida en que el defensor del lector es una bisagra entre el lector y el medio. No se debe al medio, se debe al lector. Si hubiera habido una presión suficiente con quejas o reclamos, tal vez no hubiera sido tan visible el apoyo de los grandes medios a una persona.

-Pero ni siquiera Mario Vargas Llosa pudo revertir eso.

-Bueno, él es un defensor de la democracia, no un defensor del lector. Porque el defensor del lector trabaja sobre la base de un código de ética y funciona para evitar que los reclamos de los lectores llegue a la vía judicial. El defensor lo que hace es procesar los reclamos al interior del medio. Por ejemplo, el diario El País tiene un excelente defensor del lector, que dura un tiempo, pero que se va turnando, y tiene una columna en la que informa a los lectores cómo se va evolucionando. Por ejemplo, el defensor del lector hizo una excelente columna cuando se produjo el error de El País sobre la foto presunta de Hugo Chávez. Él sacó un artículo que titulaba “Tremendo error”. En nuestro ambiente periodístico esto no existe.

-¿Existe en Latinoamérica?

 -Existe en Bolivia, en México, en Colombia, pero en nuestro medio no se ha tomado con seriedad la autorregulación, porque el defensor del lector forma parte de la autorregulación.

-¿Quién le paga al defensor del lector?

-Le paga el medio, pero es independiente, es decir, no se debe al medio; no está obligado a obedecer consignas u orientaciones del medio. Es un funcionario notable de reconocimiento social que está obligado a procesar las quejas y su lealtad es más con los usuarios que con el medio.

-Cree que en un país que ha pasado por un proceso de corrupción tan grande, ¿eso es factible?

-Creo que todos los medios tienen problemas de autofinanciación y en la medida en que los tengan pueden tener problemas de independencia, no solamente respecto del gobierno de turno, sino también de los poderes económico y político. Es difícil. Pero para esto está la institucionalidad, para que obligue al medio a la autorregulación, porque si no quiere una regulación del Estado, se debe autorregular. Si hay tanto temor que el Estado pueda regular, mellando libertades, es el propio medio o grupo el que debe asumir esa necesidad de autorregularse, porque en el sistema neoliberal está claro, y bien lo dice Stiglitz, que las empresas deben tener una regulación, porque si no, caen en excesos. Las empresas mediáticas no dejan de ser empresas y tienen, además, el servicio a su cargo, que es el deber de informar. Entonces, con mayor razón, esta regulación debe venir, y si no del Estado, de las propias empresas.

-Usted dice que los medios estatales no debieran ser caja de resonancia del gobierno de turno. ¿Pudo cambiar usted eso en Editora Perú?, ¿lo intentó?

-Los medios de propiedad estatal deben convertirse en públicos, de manera que el gobierno comparta la gestión con los representantes de la sociedad a fin de que el interés general se vea reflejado en el medio. El modelo de medio público es la BBC de Londres o los de otros países europeos. En los cuatro años que estuve en Editora Perú, designada por el gobierno al igual que los directores, no recibimos ni orientaciones ni presiones. Aunque algunos aspectos se consultaban, la información en general era libre y sin sesgos. Las páginas de opinión de El Peruano publicaban artículos de todas las tendencias políticas como podría usted comprobarlo. Andina (agencia de noticias estatal y en internet) llegó a su mayor influencia como banco de información de segundo piso cuando en el 2006 la abrimos y la hicimos gratuita.

-¿Qué opina de que el Estado publique más en periódicos chicha que en periódicos serios?

-Yo creo que falta una orientación del uso de la prensa por el Estado. Incluso creo que sus propios medios debieran tener una orientación pública y no gobiernista.

-¿Puede mencionar usted a algunos dioses, diablos y fieras del periodismo peruano? ¿Usted en qué categoría se ubicaría?

- Buscar nombres de dioses, diablos o fieras es inútil, todos actuamos según el desafío que nos pongan por delante. El ser humano es todo eso y más. Como dice Manuel Castells, podemos ser ángeles o demonios de acuerdo a las circunstancias. Nuestras elecciones de conducta dependen de cada caso, aunque deberíamos asumir como norte el rescate de los valores y la ética para el periodismo poniendo por delante el servicio de información sobre el negocio de las empresas mediáticas.

-Una última pregunta. ¿Cuál es el personaje político más interesante que ha conocido?

-Mira, aquí se mezclan los afectos con la admiración. Para mí, un gran personaje político, que lamentablemente se fue a destiempo, fue Gustavo Mohme Llona, un hombre que utilizó la tribuna periodística para la lucha democrática y que tenía bien en claro los valores del periodismo.