TRABAJAR LA MEMORIA
Publicado en Diario Uno, el 22.11.14
Ollanta Humala es el Presidente y personifica a la nación, debe colocarse
por encima de los intereses y de los agravios para representar a todos los
peruanos. Pero no puede con su genio, es adicto a la confrontación y rechaza
sistemáticamente el diálogo. Esta vez afirmó que el fujimorismo es “un partido
que nació de la cloaca”. Quiso hacer memoria pero no escogió los mejores
términos. Mal en la forma y en el fondo porque el problema no es cómo nació el
fujimorismo pero si cómo gobernó. Y es cierto que ese pasado probado de
inmoralidad y corrupción no da a los fujimoristas ni autoridad ni legitimidad
para pontificar sobre valores sistemáticamente olvidados cuando fueron gobierno.
Son innumerables los miembros del régimen de Alberto Fujimori que han sido juzgados
y sentenciados, entre ellos el mismo ex presidente al que pretenden liberar, lo
que no libera de culpas a todos los que participaron en ese gobierno. Y también
son muchos los que apuestan por el olvido, los que incluso rechazan que se los
vincule con Montesinos a pesar de que saben que durante la década de 1990 al 2000
cogobernó como se demostró con pruebas y vladivideos. Pocos dudarían que en ese
tiempo hubo crímenes, imposturas, fraudes y corrupción todo empaquetado con
logros que en modo alguno podrían borrar lo primero.
Pero tampoco es aceptable que la memoria sea usada como cortina de humo
para descuidar o perturbar la investigación de casos que afectan en este
momento al gobierno de Humala como son los de López Meneses, Martín Belaunde
Lossio, Alvarez e incluso Orellana.
La memoria no puede ser usada para la impunidad pero tampoco ser descartada
para rehacer la historia y menos pontificar sobre valores inaplicados. Mal el
fraseo presidencial que se inscribe dentro ese estilo tóxico que viene desde el
tiempo de los diarios chicha cuando liquidaban personajes, atacaban, difamaban
y usaban gruesos adjetivos contra los adversarios considerados enemigos.
Quienes apuestan a la desmemoria y justifican lo que sucedió en la década creen
que todos tienen fragilidad cerebral. El anti fujimorismo fue gestado y
alimentado a pulso por muchos de los que ahora se asumen limpios de polvo y
paja, de cara a las elecciones del 2016.
Ollanta Humala no se caracteriza por un discurso elegante,
sus frases son siempre crudas pero esta vez ha removido un avispero que muchos
quisieran olvidar o pasar por alto para hacer alianzas útiles. Pero memoria y
desmemoria van juntas. Pocos podrían creer en ese fujimorismo diferente al de los
90, iluminado por el retorno a la democracia que ellos deterioraron,
contagiados con una nueva moral y una nueva praxis, separados de Vladimiro
Montesinos y afirmando que Keiko no se relaciona con el lado oscuro del
gobierno de su padre en el que participó activamente como primera dama.
Esta ficción bien alimentada no es suficiente para contrarrestar
el antifujimorismo mayoritario que
pervive a pesar de los esfuerzos del lavado y el planchado. Lo sucedido
evidencia una falencia, como sociedad no hemos trabajado la memoria de lo
sucedido en esa década y las heridas se mantienen. A diferencia de otros países
como Argentina donde académicos y políticos se han empeñado en esclarecer hechos
y responsabilidades cerrando el paso a las falsedades y a las imposturas pero
también a las manipulaciones. Tarea pendiente.