¿HAY
SOLUCIÓN
PARA LAS BAMBAS?
Publicado en diario Exitosa el domingo 7 de Abril 2019
Después de que el primer ministro Salvador del Solar
pasara por alto el conflicto Las Bambas en su discurso ante el Congreso todo el Perú se pregunta ¿Dónde están
los intereses nacionales y dónde los particulares? Y no solo en Las Bambas, también
en decenas de comunidades que enfrentan similar situación. El prolongado estado
de emergencia no es solución y menos aún la criminalización del conflicto o la
represión que podría traer más muertos. El diálogo ya ha comenzado y toca
analizar posibilidades y prioridades.
Lo menos importante es la
manipulación de la gente que medra y trata de sacar provecho, lo más importante
la condición de las comunidades desplazadas o reubicadas, con consentimiento,
pero sin otra posibilidad. Por eso su aceptación implica derechos y
prerrogativas conforme a los principios establecidos por Naciones Unidas recogidos
en la Ley 28223.
Importan por supuesto los aspectos
materiales y monetarios que fueron atendidos de forma clientelista por el
anterior dueño con ausencia del Estado cuando las comunidades fueron trasladadas
inicialmente. Importa analizar si existe una real protección de la población, de
su patrimonio cultural, identidad y reinserción que debe ser evaluada
integralmente y con buena fe.
Importan, asimismo, las legítimas
demandas de las comunidades desatendidas y postergadas en especial las
relacionadas con la propiedad y el despojo, con el agua y la salud, con el deterioro
de la agricultura, la ganadería y el medio ambiente.
Nada de esto es palabrería. Hay muchas
demandas consignadas en los Estudios de Impacto Ambiental, EIA, reiteradas en
la negociación e impunemente incumplidas por las empresas y por el Estado. ¿Cabe
una autocrítica para un Estado que debe ser garante, articulador, mediador y
facilitador abdica y se parcializa con el interés privado?
Importa el cumplimiento de los
compromisos de las empresas, la modificación arbitraria e inconsulta de los EIA
y la inversión de los recursos públicos a favor de intereses y prioridades
particulares. Un Estado ausente, parcializado e ineficiente, no tiene autoridad
moral para prevenir y facilitar la solución dialogada y concertada de ningún
conflicto social. Por eso hay desconfianza, desgaste y deterioro del Estado y malestar
crece, con tensiones, agresiones que terminan en crisis.
Caos y crisis crónica, relaciones
perversas, mafias grandes y pequeñas, corrupción y uso de líderes comunales y de
funcionarios y ex funcionarios de las empresas y del Estado. Es el todo vale con
el que perdemos todos y en especial las comunidades.
La salida es por el diálogo
trasparente y la negociación equitativa y legal. Una apuesta que implica una propuesta
efectiva y sostenible que pasa por pagar por el uso de la carretera y por la
propiedad invadida para construirla. Porque se libere inmediatamente la
carretera con una contraparte de seriedad y sostenibilidad de los acuerdos. Y porque
se atienda ya las consecuencias del uso de la carretera por 300 unidades de
carga pesada diaria, sus severos efectos para la salud y las actividades
económicas y productivas de las comunidades. De otro modo no hay solución que
dure.