viernes, 27 de febrero de 2015


 
POR UNA MEJOR TELEVISION
 
Publicado en Punto de Encuentro el 27 de febrero del 2015
 
Los jóvenes están llamados a recordar a la sociedad principios y valores, se han dado cuenta de su peso específico y de su poder y como una ráfaga de viento fresco comienzan a poner los puntos sobre las íes sobre sus derechos y lo que es más importante sobre el interés social avasallado por el privado.

El poder mediático es una realidad que pocas veces se percibe, es sutil, ubicuo y muy fuerte. Se acepta fácilmente, viene envuelto en encantamientos de divertimento y placer, pero puede ser un regalo envenenado que ingresa a nuestras mentes y se aposenta en ellas para definir lo que pensamos, analizamos, creemos y debatimos. No cabe duda de que los medios ponen la agenda pública y mucho más. Tienen el cristal a través del cual vemos nuestra realidad. Ese es su inmenso poder.

Y dentro del mundo de los medios la televisión sigue siendo la reina y señora, con encantos propios, influencia definida y sin competencia. La prensa escrita no la alcanza en dimensión y poder. Frecuentemente para el ciudadano de menos recursos es el único medio que lo ilustra. Por eso es importante exigir los mejores contenidos. No solo para cumplir con el derecho a la información que nos ampara a todos, seamos emisores o receptores, sino para hacer profilaxis e impedir que un universo de violencia, mediocridad y sordidez sea lo único que tengamos para consumir.

Los argumentos con que se defiende la pésima calidad de nuestra televisión abierta son conocidos: al que no le gusta que cambie de canal. Programadores y dueños de estaciones nos dicen que tenemos esa contundente arma que es el control remoto. Pero no nos dicen que sólo podemos elegir entre lo que nos ofrecen. No podemos cambiar los contenidos deleznables que están en todos los canales. Por ello felicitaciones al Colegio de Periodistas que impulsa la marcha contra la TV basura, iniciativa a la que saludablemente se suman colectivos de ciudadanos que quieren ver cambios en una televisión financiada, entre otros, por el propio Estado.

No existe autoregulación ni ellos aceptan mayor regulación. No cumplen la Ley de Radio y Televisión del año 2004, los Códigos de Etica que dispone no funcionan, no existe Defensor del Lector ni del televidente, la esclavitud del rating es la regla en todos los espacios, desde noticieros hasta programas de entretenimiento y realities. Hasta la política ha sido convertida en espectáculo.

El equilibrio en la información y en la diversión es esencial. No tenemos un medio de comunicación de carácter público, que sea independiente de los intereses particulares como de los gubernamentales, que pueda ofrecernos contenidos de calidad a la manera de la modélica BBC o la más cercana televisión española TVE. Nuestro vecino Chile nos adelanta en este aspecto y con sana envidia podemos ver los excelentes debates y programas que difunde su canal público por cable. Esta es una bandera a enarbolar en un segundo momento. Por ahora nos adherimos a la marcha y al impulso del Colegio de Periodistas, del Colegio de Psicólogos, del Foro Nacional de Juventudes de los Partidos Políticos y del Colectivo por una TV con valores. No dudamos de la valiosa trocha que están abriendo para la mejor conciencia social y la mayor ética que pueda acompañar el desarrollo nacional.