viernes, 4 de octubre de 2013

¿RETORNO A LAS TURBULENCIAS?


 

AUTOGOL ANTIDIALOGO

Autogol en pleno diálogo político. Cumplida una primera etapa con una ronda de partidos y líderes nacionales, la segunda que ha convocado a los técnicos para aplicar el consenso y plasmarlo en políticas públicas, ha sido interferida por el mismo Presidente Humala. Sus declaraciones han motivado el rechazo de tres de las fuerzas políticas participantes, el Apra, Perú Posible y el fujimorismo. ¿Para qué convocan si no van a cuidar la concertación como mecanismo delicado que requiere de voluntad política al más alto nivel?.  

Es evidente que después del fallo del Poder Judicial a favor del debido proceso al exmandatario aprista, no había más que decir. El Congreso lo citará nuevamente y la investigación seguirá su curso en la Megacomisión. Por tanto cuán impolíticas e innecesarias las palabras de confrontación del presidente que desautoriza a su primer ministro que ha venido hilando fino y con toda precaución. En plena cancha con un partido en positivo un autogol de proporciones. Mala jugada y pifias.

Para abundar en el exceso el presidente pone distancias con el exmandatario Alejandro Toledo al asegurar que no hay ningún pacto para “blindar” al líder de Perú Posible que vive momentos dramáticos. La frase “Aquí nadie tiene corona” resulta ofensiva para el partido quasi-aliado y para el grupo de altos cuadros de la chakana que todavía permanecen en su gobierno y que deben estar considerando coherentemente su retiro.

Es dañino para la imagen nacional tener tres  exgobernantes en problemas, uno preso y dos investigados por presunta corrupción. Cómo no. Pero el diálogo con las fuerzas que ellos lideran es de la mayor importancia para el objetivo superior de la gobernabilidad. El presidente no debió perturbar los esfuerzos de su propio ejecutivo y volver a las turbulencias paralizantes.

Porque esta interferencia tampoco da buena imagen del país. Más aún los encuentros dialogantes debieron ser liderados por el mismo mandatario que con su presencia hubiera fortalecido el compromiso del régimen al igual que ahora con su exabrupto lo debilita o lo destruye imprudentemente. Ejecutivo contra Ejecutivo igual a caos y desgobierno.

A ello se agrega la irrelevancia a la que ha sido confinado el Acuerdo Nacional cuyas políticas de estado tan laboriosamente construidas siguen sin tener la calidad de vinculantes. Y cuya institucionalidad como logro de la democracia recuperada ostenta un simbolismo y una ejecutoria que no debería descuidarse. Por el contrario cabría esperar que un resultado del diálogo político fuera su revaloración y relanzamiento como instancia modélica del entendimiento y la racionalidad política.

En un estado de derecho se respetan los fueros para las investigaciones sin necesidad de altavoces. En  momentos en que la popularidad presidencial está de bajada una mayor reflexión debe preservar la estabilidad democrática, vía logros consensuados. Cuando las figuras políticas partidarias están melladas es cuando más se necesita de políticas públicas concertadas entre el Ejecutivo y el Legislativo. Porque se trata de recuperar la confianza y de apuntalar la legitimidad de los líderes políticos, única base de la democracia y del poder político ejercido constitucionalmente. No hay otra.