INFORMALIDAD
Y POLITICA
Mi columna HOJA DE TIEMPO publicada en Correo publicada el 11 12 15
Acostumbrados
a nuestro país informal no nos percatamos que ya aterrizamos en la informalidad
política por la debilidad de nuestras instituciones, entre ellas la de los
partidos políticos. Por un lado van las
formas y por otro el fondo. Pretendemos la alternancia democrática, el voto informado, la
responsabilidad ciudadana, ubicar al candidato confiable que se convierta en el
mejor gobernante, pero los mensajes van en dirección opuesta. ¿Qué podemos
esperar si para muchos las leyes y regulaciones son una ficción? ¿Tendremos
esta vez un partido de gobierno que responda adecuadamente y afiance las
prácticas republicanas que nos llevarán a buen puerto? ¿Dejarán los candidatos
las bromas, los bailes y el Totó para reemplazarlos por propuestas que en algún
momento y lugar lograrán ser debatidas? Ojalá fuera así, están en riesgo los
pocos o muchos avances nacionales de estos cinco lustros del siglo XXI.
La
informalidad económica es parte del paisaje, la que maneja grandes cantidades
de dinero, soslaya la bancarización, deja de pagar impuestos o los reduce vía
influencias o triquiñuelas. Ese espacio donde todo vale incluso negociar
privilegios bajo la mesa porque el gran decidor es el dinero y la perspectiva
de la ganancia, concepto matriz del capitalismo que en política tiene su
correlato en la democracia liberal. Pero en el Perú podrían no ir juntos, la
informalidad política avanza con su ferocidad depredadora en una campaña electoral
que enseñorea sin rubor diatribas, ataques
y conceptos como plata como cancha y roba pero hace obra. Todo vale para
alcanzar el poder, hasta el pluralismo esencial se distorsiona y se licúa en
una fragmentación penosa y en la aparición de plataformas y movimientos circunstanciales
que hacen de la llegada al poder el máximo logro personal y no un resultado de
la razón, la capacidad y la experiencia. No parece necesario prepararse profesionalmente
para llegar a la Presidencia cualquiera puede hacerlo si tiene un costal de dinero
y muchos operadores pagados a la manera de un negocio, la política como modo de
vida y de hacer dinero. ¿Y el destino del país? No interesa, bailemos el Totó, hagamos
propuestas aleatorias, encandilemos electores con el progreso y el dinero fácil.
Ir a las urnas será solo una pascana entre la fiesta y la diversión.
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