TRÁNSFUGAS,
¿RENEGADOS O CONSECUENTES?
Publicado en Político.pe el 9 de agosto del 2015
El desbande
de la bancada oficialista no termina. Nadie sabe con cuántos parlamentarios
terminará. Ollanta Humala. Ahora critica el trasfuguismo pero con soberbia en
algún momento les dijo que las puertas estaban abiertas. Ante el maltrato la
respuesta fue formar Dignidad y Democracia un nuevo grupo para nada exacerbado que
hoy comparte exitosamente la directiva congresal.
Está en
agenda la pena al transfuguismo. Bien que así sea pero el que hoy vemos es
diferente al que se produjo durante el fujimorismo cuando algunos congresistas fueron
sobornados por el Asesor. Lejos de eso, es evidente que Humala y la presidenta
del nacionalismo, su esposa, tienen mucho que ver con las deserciones. No se
trata de inconsecuencia sino de resistencia al maltrato y de dignidad ante la
manipulación ostensible, por ejemplo, para imponer a quien menos merecía a la
presidencia del Congreso o para vetar por capricho aún pagando alto costo
político. Una bancada se conduce por consensos para ganar la voluntad y que
todos sigan una misma línea. Sabe bien el presidente que no puede imponerse
como en un cuartel y que la “disciplina partidaria” es un mito si no se
convence con el diálogo. Los congresistas no obedecen mandato imperativo mayor
que el de su conciencia y si cambian de bancada por razones justificadas no lesionan
la representatividad ni la autonomía recibidas con el voto. Por el contrario permanecer
en un partido que cambia principios y promesas puede verse como obsecuencia más
que como disciplina. Y retirarse de ella puede ser consecuencia y consistencia ante
instrucciones que no se comparten éticamente. El transfuguismo no es traición si
el partido es el que traiciona.
Esperamos una reforma
electoral bien pensada que no penalice la coherencia y mejore la
representatividad de los partidos. No se logrará sancionando los cambios de
bancada justificados por la incapacidad de los líderes para mantener un frente
parlamentario unido. La ciudadanía sabe cuando los congresistas tienen razón. Reconocer
errores es afrontar los propios límites y la incompetencia en el origen del
desbande que afecta al nacionalismo.
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