DEFENDER
LOS CONTRAPODERES
Publicado en Político.pe el 14 10 18
En estos
días turbulentos hay alarmas y gritos acusando intentos de golpe de estado. Hay
preocupación por un presidente como Martín Vizcarra que juega con la idea del
cierre del Congreso como si banalizar la democracia pudiera dar frutos. A ello
se agregan los temores que proliferan después de la debacle electoral
fujimorista y la prisión preliminar de Keiko Fujimori acompañada de su plana
mayor partidaria. La corrupción de un megacaso como Lava Jato engendra
demasiados miedos y muchos intentan protegerse buscando intervenir o influir en
la institución que pueda impartir justicia al gusto y medida de los
involucrados.
No es
así. Si queremos mantener la democracia y el estado de derecho debemos
preocuparnos por el irrespeto a la institucionalidad y por la permanencia de
contrapoderes activos y efectivos. Estos son el Congreso y el Poder Judicial
pero también instituciones autónomas como el Ministerio Público.
Martín
Vizcarra que llegó al poder gracias a los mecanismos de una democracia madura
ha comenzado a dar señales del mareo en las alturas y esgrime la amenaza del
cierre del congreso y hasta la de una posible intervención por emergencia del
Ministerio Público. Nadie entiende su tirria mayor contra el Fiscal Pedro
Chávarry que puede haber cometido errores pero ningún delito descomunal en el
ejercicio de la función que justifique su destitución y menos aún una
desproporcionada inhabilitación cívica. Temores desmesurados pueden generar
acciones y errores también desmesurados que lleguen a violaciones constitucionales.
Vizcarra
puede gozar ahora de un amplio apoyo popular y estar orgulloso de sus sucesivas
victorias pero las encuestas pueden ser flor de un día, debe cultivar su
talante democrático que es un valor permanente. El referéndum está a la puerta
pero debe darse en un clima de tranquilidad y reflexión no en el de
turbulencias provocadas o de inestabilidad discutiblemente rentable. Vizcarra puede
pasar a la historia por sus reformas políticas importantes que serán materia de
la consulta popular pero también negativamente si cede a los cantos de sirena
del personalismo autoritario. Si bien ha salido ganando en su confrontación con
un Congreso abrumadoramente desaprobado ello no quiere decir que puede ir contra
la democracia y el estado de derecho que es el patrimonio a preservar. Puede
afirmar su autoridad políticamente frente a los excesos del Legislativo pero no
amenazar sistemáticamente con cerrarlo. Puede discrepar de Pedro Chávarry pero
no exigir su renuncia y menos intervenir la Fiscalía de la Nación.
El jefe
de Estado no puede sumarse al aquelarre y menos dejar sospechas de que lo hace
en su beneficio, debe estar por encima de los poderes del estado que separados
y divididos conforman el escenario democrático para equilibrarse unos a otros,
el Ejecutivo no puede ni debe concentrar el poder debilitando instituciones que
configuran el indispensable estado de derecho.
Ya no
vivimos tiempos de golpes de Estado, alarmarnos o gritar la amenaza es ingenuo
o malintencionado. No
necesitamos la confrontación permanente pero tampoco la pacificación del
autoritarismo.
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