sábado, 23 de abril de 2016


¿ALGUIEN DIJO DIGNIDAD?

Mi columna HOJA DE TIEMPO en el diario Correo el 22 04 16

Las manifestaciones masivas del cinco de abril en las ciudades más importantes de nuestro país, contra el fujimorismo, es un signo claro de los valores que unen a los peruanos y una esperanza para preservar la moral colectiva. Profundizar en ellos sirve para reforzar la identidad nacional en momentos de tomar una decisión electoral. 

El respeto a la dignidad humana es un fundamento de la Constitución, de ella derivan los demás valores y es la raíz de nuestra ética pública. Es un principio de principios, valor de valores. La ética pública y la ética privada vienen del respeto a esa dignidad eje de la convivencia en toda sociedad liberal democrática y social. Lo contrario es la hegemonía de la fuerza, la sustitución de los principios por los intereses y el todo vale como motor de la vida política. 

El gobierno de Alberto Fujimori significó todo eso y más en sus diez años de poder, la liquidación del enemigo que llegó hasta el asesinato, el avasallamiento permanente de la disidencia, la intolerancia agresiva y violenta a través de los diarios chicha, la imposición de intereses subalternos para corromper, robar y controlar, el descarte de la honestidad y la decencia cuando se compraron y vendieron congresistas y medios de comunicación, la manipulación dolosa de las instituciones y la destitución de funcionarios y magistrados que optaron por la ley y el derecho. 

Todo eso entre muchos otros signos de desvalorización de la política y del mal uso del poder concentrado junto al clientelismo autoritario usando la imagen del benefactor que genera lealtades y agradecimientos. 

Esa es la trocha seguida por su hija que recoge los frutos de ese fujimorismo que mal pretende renovado. No hay tal. Los méritos que se le atribuyen como la pacificación del país y la superación de la hiperinflación no son intercambiables con los deméritos. No se sustituyen los principios por los intereses. 

El ser humano y sus derechos son el paradigma universal y si el Perú optara por Keiko Fujimori exportaríamos la imagen de relativismo moral y de descarte de los valores. Los peruanos podemos escoger libremente nuestros caminos pero no podemos olvidar la dignidad como punto de partida y de llegada de una sociedad que se quiere democrática. No vale abstenerse.


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