jueves, 22 de octubre de 2015


 
EL PRECIO DE LA HONESTIDAD

 
Publicado en Correo el 17 de octubre del 2015
 
La sesión del Congreso dedicada a la interpelación del Ministro de Justicia Gustavo Adrianzen estuvo llena de reconocimiento para la procuradora del Estado contra el Lavado de Activos, doctora Julia Príncipe Trujillo. No podía ser menos para quién en los años que lleva al frente de una institución de misión tan delicada ha sabido demostrar temple, honestidad y fuerza moral, con un espíritu de altísima calidad que tanta falta hace en nuestros políticos y funcionarios.

La doctora Príncipe ha batallado solitaria y sin mucho ruido con centenares de investigaciones, muchas de ellas asociadas con intereses económicos y políticos detrás de los cuales está gente muy poderosa tejiendo redes de influencias, presiones y dineros que corren. Lo sabemos bien quienes hemos tenido función pública, la exigencia de condescendencia o complacencia, de mirar a otro lado mientras pretenden hacer de la función el botín de turno. Y muy pocos perdonan la colisión personal con la ley, cuando hay poder se exigen privilegios e impunidad como lo estamos viendo en estos días. El botín del Estado da para muchas manos y pocos entienden a la gente que escapa a la tentación de robar o esquilmar capitales que son sociales y que vienen de la contribución ciudadana. Menos aún que se practique la defensa de los intereses del Estado a costa de su propio bienestar personal y el de su familia. De esa madera está hecha  Julia Príncipe con un coraje y una dignidad tranquila que se ha revelado a prueba de presiones y de balas. Por eso pudo batallar contra la red Orellana y contra otros temas por los cuales no ha  sido felicitada como debió ser sino que se le han abierto más de  treinta denuncias a las que se agrega la reciente e inexplicable investigación de la que informó el Ministro de Justicia. Increíble que ni el mismo Estado sepa valorar la honestidad y que le ponga altísimo precio en indefensión y desprotección. Porque todos sabemos cuan difícil es atacar delincuentes muchos de ellos de cuello y corbata que pululan en la administración sea para delinquir sea para respaldar a privados que delinquen.

A Principe Trujillo la pueden elogiar pero nadie la defiende de las consecuencias de su honestidad, ni a ella ni a su familia en la mira de los delincuentes que han recibido su rigor. Sus hijas están expuestas y ella amenazada en lo que más ama. No solo ha sido objeto de múltiples campañas de difamación en los pasquines y programas televisivos ligados a Orellana y a otros poderosos tocados por su invariable decencia, que en el extremo de la venganza hasta han mandado sicarios a su domicilio. Tantos años de desgaste deben haberla afectado pero no al punto de dejar de cumplir su misión. No al punto de permitir que la silencie el poder de turno.

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