EL PRECIO DE LA HONESTIDAD
Publicado en Correo el 17 de octubre del 2015
La sesión del Congreso dedicada a la interpelación del Ministro de
Justicia Gustavo Adrianzen estuvo llena de reconocimiento para la procuradora
del Estado contra el Lavado de Activos, doctora Julia Príncipe Trujillo. No
podía ser menos para quién en los años que lleva al frente de una institución de
misión tan delicada ha sabido demostrar temple, honestidad y fuerza moral, con
un espíritu de altísima calidad que tanta falta hace en nuestros políticos y
funcionarios.
La doctora Príncipe ha batallado solitaria y sin mucho ruido con centenares de investigaciones, muchas de ellas
asociadas con intereses económicos y políticos detrás de los cuales está gente
muy poderosa tejiendo redes de influencias, presiones y dineros que corren. Lo
sabemos bien quienes hemos tenido función pública, la exigencia de
condescendencia o complacencia, de mirar a otro lado mientras pretenden hacer
de la función el botín de turno. Y muy pocos perdonan la colisión personal con
la ley, cuando hay poder se exigen privilegios e impunidad como lo estamos
viendo en estos días. El botín del Estado da para muchas manos y pocos
entienden a la gente que escapa a la tentación de robar o esquilmar capitales
que son sociales y que vienen de la contribución ciudadana. Menos aún que se
practique la defensa de los intereses del Estado a costa de su propio bienestar
personal y el de su familia. De esa madera está hecha Julia Príncipe con un coraje y una dignidad
tranquila que se ha revelado a prueba de presiones y de balas. Por eso pudo
batallar contra la red Orellana y contra otros temas por los cuales no ha sido felicitada como debió ser sino que se le
han abierto más de treinta denuncias a
las que se agrega la reciente e inexplicable investigación de la que informó el
Ministro de Justicia. Increíble que ni el mismo Estado sepa valorar la
honestidad y que le ponga altísimo precio en indefensión y desprotección.
Porque todos sabemos cuan difícil es atacar delincuentes muchos de ellos de
cuello y corbata que pululan en la administración sea para delinquir sea para
respaldar a privados que delinquen.
A Principe Trujillo la pueden elogiar pero nadie la defiende de las
consecuencias de su honestidad, ni a ella ni a su familia en la mira de los
delincuentes que han recibido su rigor. Sus hijas están expuestas y ella
amenazada en lo que más ama. No solo ha sido objeto de múltiples campañas de difamación en los
pasquines y programas televisivos ligados a Orellana y a otros poderosos
tocados por su invariable decencia, que en el extremo de la venganza hasta han
mandado sicarios a su domicilio. Tantos años de desgaste deben haberla afectado
pero no al punto de dejar de cumplir su misión. No al punto de permitir que la
silencie el poder de turno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario