EL DESGASTE DE LA DEMOCRACIA
Publicado en Diario Uno el 01-11-14
Nuestra democracia podría
estar en camino de deslegitimación. La desconfianza en los políticos es muy
grande. Y está acompañada por el rechazo a las ideologías, especialmente entre
los jóvenes. Toca a los partidos políticos seducirlos para que confíen y
participen. Es muy bueno que el Congreso haya iniciado la reforma política tan
reclamada con la prohibición de la reelección para alcaldes y presidentes
regionales y esperamos que se confirme. Positivo porque todo poder concentrado
pretende perpetuarse alrededor de privilegios y prebendas de una corte obsecuente
que le carga el anda y no se detiene ante la ilegalidad. Lo sucedido en Ancash
da para mucho más que ejemplo negativo de los cacicazgos que se erigen sobre la
corrupción.
Pero hay una retahíla de
aspectos que esperan, dentro de ellos el financiamiento público y directo de los
partidos y la transparencia de las donaciones para las campañas electorales, el
voto preferencial y la democracia interna de los partidos para que los mejores
sean elegidos como congresistas y puedan levantar la alicaída imagen que vienen
dejando los actuales representantes que, dicho sea de paso, tampoco deberían
reelegirse.
La corrupción no es un
problema de la democracia sino de las personas que afectan a las instituciones
con consecuencias severas. Podría serlo si el Estado de Derecho no funciona, si
las normas son inefectivas y si la fiscalización y el poder judicial son
inoperantes. Por eso saliendo de una millonaria campaña electoral se impone la rendición
efectiva de las cuentas y eliminar el voto preferencial que deja al dinero la
elección soberana, hay que perfeccionar el ordenamiento y robustecer el control
policial y jurídico para prevenir y sancionar las infracciones.
Imposible consolidar la democracia sin reformar los partidos políticos y
acrecentar su responsabilidad en los cargos públicos. Se impone su apertura a
la juventud, su permeabilidad a nuevas personas e ideas, de cara a la sociedad con
elecciones primarias abiertas o con la participación a través de la Internet. Ya
hay experiencias positivas para que jóvenes y ciudadanos se sientan más
involucrados. A lo que se agrega el rechazo a la impunidad ni en el Congreso ni
en los partidos obligados a purgar a las personas cuyas conductas son
éticamente intolerables.
Viene a cuento el famoso
Discurso sobre la libertad
de los antiguos comparada con la de los modernos, en el que Benjamin
Constant, en 1819, afirmaba que “los
pueblos, con el fin de gozar de la libertad que les conviene, recurren al
sistema representativo para ejercer una vigilancia activa y constante sobre sus
representantes y reservarse el derecho de apartarles si han equivocado sus
votos y de revocar los poderes de los que han abusado”.
Constant lo dijo hace dos siglos y es muy actual. Hoy más
que nunca la sociedad es vigilante. La Red ha traído exigencias, conocimiento y
deseos de participar y enmendar errores. En tiempos de ciberpolítica la
modernización espera al sistema de partidos para una mejor representación,
alternancia de género y primarias internas así como para que incluyan a
sectores que arbitrariamente han permanecido fuera.
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