ESCLAVA DE SUS PALABRAS
Correo 01 05 14
La entrevista de Nadine Heredia a la revista Cosas ha dado la vuelta al país y al mundo como ejemplo de lo que no se debe hacer. Habló lo que no debía y al reparar en ello intentó evitar la publicación con lo cual originó otro problema más grande que el anterior. Exceso de elocuencia más voluntad de censura no dan buenos resultados. Y como no podía ser menos las críticas han menudeado. Ha quedado claro, por palabras propias, que su poder es muy grande dentro del partido de gobierno lo que no es discutible y también dentro del gobierno lo que es altamente discutible. Si quiere apoyar a su marido, muy loable, pero apoyar no es intervenir y menos decidir a todo nivel, político y social. Mala faena que ha hecho que todos los desmentidos oficiales acerca de su gran poder choquen con su incontinencia verbal que incluso deja mal parado al presidente Ollanta Humala. Es su esposa pero no tiene derecho a lastimar una institución suprema que es la Presidencia de la República que personaliza a la nación.
Y
llama la atención que todo un aparato de gobierno se vea comprometido ante una
voluntad férrea de poder envuelta en guante de seda, como el que puede usar una
mujer joven, bonita y carismática, que lo es a estar por las hermosas fotos de
la revista. Pero el tema es y seguirá siendo que no hay propósito de enmienda
ni reconsideración en el ejercicio de ese poder fáctico de Nadine Heredia sobre
su partido, su esposo -que es el Presidente de la República- y sobre su gobierno.
El Mandatario se debe al mandato del pueblo no al de ella. Sin duda es una
mujer fuerte, como lo dice nuestro director, pero no tanto como para no dejarse
dominar por la tentación de hablar demasiado y convertirse en esclava de sus
palabras. Más allá de sus propios intereses que son representar una figura
política confiable, sagaz, capaz, oportuna y auto controlada que el país
necesitaría. Por el momento ella contradice su objetivo.
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