EL LADO SANO EXISTE
Mi columna HOJA DE TIEMPO en Correo el 21 de julio 2018
La crisis institucional de la justicia en el Perú escala
desmesuradamente. Sabíamos que la corrupción reinaba malamente entre algunos magistrados,
jueces y fiscales, pero las evidencias continuadas desestabilizan el entramado
político y social de la nación. Todo un poder del Estado, nada menos que el
encargado de aplicar las leyes e impartir justicia, ha alcanzado tal extremo
crítico que está siendo desdibujado al punto de desaparecer del escenario
público. Y ello sucede a muy poco tiempo de la crisis en el Ejecutivo que desembocó
en la renuncia del Presidente de la República que aunque felizmente resuelta
con el relevo constitucional torna mucho más grave el que otro poder del Estado,
fundamental para el equilibrio de poderes y la democracia, se encuentre en gravísimos
problemas. Y en un contexto de decepción respecto de las instituciones que se
encargan de las relaciones de poder, especialmente el Congreso donde algunos
representantes están fuertemente cuestionados.
La cuestión fundamental es la precariedad moral que
desemboca en la inseguridad y de ahí en la inestabilidad que torna ingobernable
al país. No debemos generalizar. El grito de que se vayan todos implica
ganancias a río revuelto. No podemos olvidar el lado sano de las instituciones.
Recordar que ha sido el mismo sistema de justicia el que ha permitido el
descubrimiento de estas prácticas corruptas que vienen de lejos, refugiadas en
la impunidad de la oscuridad. Que los audios dados a conocer -por el periodismo
valiente y comprometido con los valores- son legales y autorizados por un
fiscal y un juez. Que esa es la forma saludable de responder a situaciones
inadmisibles. Que así se combate la contaminación que excluye a los mejores
ciudadanos. Y que es la buena forma
de ejercer el poder para evitar la deslegitimación absoluta que caracteriza a
los estados fallidos. Es con esa parte sana de las instituciones que debemos
conectar.