LA COMISIÓN
En Político.pe el 14 de julio del 2018
Martín Vizcarra necesita el proyecto de reforma del
sistema de justicia para este 28 de julio. Una propuesta que en puridad debería
incluir no solo los cambios en el Poder Judicial también en el Ministerio
Público y el Consejo Nacional de la Magistratura ya
que se habla de sistema y además, como propone García Toma, en instituciones
auxiliares como el INPE y las procuradurías.
Tarea fundamental y enorme, la más
difícil de toda la historia republicana porque la crisis de la justicia peruana
está hiperdetectada y diagnosticada y no ha hecho sino empeorar en especial después
del cinco de abril de 1992 durante los años
noventa cuando alcanzó su peor momento al servicio del súper asesor
presidencial Vladimiro Montesinos.
Alberto Fujimori prometió entonces un
nuevo sistema de justicia y solo tuvimos más y peor con la red de jueces y
fiscales leales a la dupla gobernante que constituyó una mafia de magistrados
provisionales que defendieron su estabilidad laboral desde la obsecuencia y la
aceptación de toda corrupción.
Después del gobierno de transición que
presidió Valentín Paniagua la urgencia de la reforma judicial se hizo más que evidente.
Hugo Sivina, presidente de la Corte Suprema y del Poder Judicial en el
2003, y actual integrante de la Comisión nombrada por Vizcarra, convocó al Acuerdo
Nacional por la Justicia con un Grupo Impulsor en el que participamos
honrosamente junto a Marcial Rubio, Diego García Sayán y Raúl Ferrero. Nuestra
propuesta fue presentada al Acuerdo Nacional después de recoger recomendaciones
y sugerencias en audiencias por todo el país. Simultáneamente la CERIAJUS
presentó su trabajo con proyectos de leyes ante el Congreso que nunca merecieron
aprobación. Simplemente faltó la voluntad política de transformación. Así de
difícil fue y es la tarea para los notables que la asumen.
La Comisión tendrá amplio material precedente
pero su evaluación no debería ser ni rápida ni ligera. El tema es arduo y
exigente aunque políticamente se esperen respuestas inmediatas. El intercambio
de información sobre lo ya avanzado -en iniciativas propias y académicas- será
lo primero y lo segundo coordinar certeramente con el Legislativo para que ese
trabajo rinda frutos y no se quede en el camino.
Estamos hablando de un trabajo amplio y
fundamental de los notables que integran la Comisión. Ellos deberían poder
contar con la colaboración de las instituciones involucradas a sabiendas que albergan
trabajadores y funcionarios en todos los niveles que rechazan o temen al cambio
o simplemente han hecho de la crisis un mecanismo de supervivencia. Será
positiva entonces la propia Comisión que Duberlí Rodríguez, actual Presidente
del Poder Judicial, ha decidido formar bajo su conducción para la contribución
y la interlocución autorizada y organizada.
Y además, en simultáneo a la Comisión de
notables, está la exigencia ciudadana de
sanción sin dilaciones a los actuales involucrados en los audios, jueces
y miembros del Consejo nacional de la Magistratura. Las calles gritan su desafuero
y están calentando indignación para demandas que irán en aumento.
El contexto de la presión social y el
escándalo no es el mejor para la reflexión de una Comisión que deberá ser
exitosa. Ojalá lo sea, lo peor sería un nuevo fracaso en un campo tan sensible
como la justicia lesionada por el cáncer de la corrupción.
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