LA PREVENCIÓN
INEXISTENTE
Publicado en la revista VELA VERDE el 2 de abril 2017
Las palabras de Rafael Correa, sobre el impacto de
El Niño costero en el Perú cayeron mal. En un momento en que el pueblo está
sufriendo por el calentamiento del mar, las inundaciones, las lluvias y los
huaicos nadie quería saber por qué el mismo desastre natural no ocasiona el
mismo sufrimiento en el país de al lado.
No queremos escuchar que en una costa similar
hayan logrado controlar el desborde del río Zarumilla que afectó a Tumbes,
debido al muro ribereño construido a tiempo. O que a través de un sistema de
compuertas han podido desviar el agua del río a un canal de más de 30
kilómetros que finaliza en el Golfo de Guayaquil. Bien por ellos.
Y por nosotros porque la magnitud del desastre
obliga a la prevención y a mirar las experiencias exitosas. Nos molesta que
Correa lo haya dicho cuando el país
sufre. Pero en qué otro momento debía decirlo. La prevención no tiene ideología
pero sí oportunidad. Los ecuatorianos pudieron prevenir los daños por
inundaciones construyendo una defensa ribereña, muralla de piedras y mallas, en
15 kilómetros de zona vulnerable. Y lo hicieron para evitar lo de 1998, cuando
con El Niño, los ríos Tumbes y Zarumilla alcanzaron un caudal de 3.500 metros
cúbicos por segundo.
Y la capital ecuatoriana, Quito, aunque no está
en la costa, ha registrado de octubre a marzo 118 emergencias
por inundaciones y 121 por deslizamientos. Felizmente puede evitar que el agua
sobrepase los límites de la urbe con el 93% de su territorio en alcantarillado,
6.000 km. de redes y colectores. Y para minimizar el impacto de las lluvias han
invertido 73 millones de dólares hasta el 2025.
Prevenir es pensar en aliviar el impacto de
las lluvias con alcantarillado que crezca con las ciudades. En edificar muros
de contención para desviar las aguas de los ríos que desbordan. En un sistema
de compuertas que permitan controlar los grandes volúmenes de agua. Y en
asignar con urgencia cantidades como las que Ecuador ha invertido y para
nosotros serían manejables ante la dimensión del objetivo.
¿Qué han hecho los gobiernos
para prevenir las consecuencias de este desastre? En el 82/83 y en el 97/98 tuvimos
grandes temporales pero el de ahora es mayor, un drama que interpela a las
autoridades. Tan condenable como hacerse la vista gorda es permitir
construcciones en zonas de riesgo o en espacios ribereños, indica aprovechamiento
político y económico o complicidad con el tráfico de tierras o con las invasiones.
Los ex ministros de Economía, Alonso Segura, y de
Agricultura, Juan Manuel Benítes, han explicado que en el gobierno de Humala, a
diferencia de Alejandro Toledo y Alan García, que no destinaron ni un sol al
tema, se ejecutaron dos mil 500 millones de soles entre limpieza de drenes,
ríos y quebradas. Y que compraron maquinarias y crearon el COEN, para alertas
tempranas gracias a la información de los satélites.
Pero esa inversión no logró disminuir el impacto del
desastre ni impedir que ahora tengamos cientos de miles de peruanos afectados,
sin recursos ni medios de subsistencia, gente que no tiene qué comer ni dónde
vivir. Desprotegidos en su propia patria. Pena y horror.
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