PARTIÓ EL GRAN
GIOVANNI
SARTORI
Publicado en Político.pe el 09 04 17
Italia, en especial la Escuela de Florencia, ha dado
al mundo notables intelectuales y pensadores que con sus obras y artículos nos
ayudan a enfocar la realidad y a mejorarla. Giovanni Sartori es uno de esos
referentes contemporáneos que aportó a la filosofía política, al derecho
constitucional y a la ciencia política.
Acaba de partir y el mundo de los politólogos está de
duelo. Nos entregó notables conceptos sobre la metodología, la política
comparada, la teoría política, el estudio de la democracia, los partidos y los sistemas
de partidos. Nos toca tenerlo presente cuando un ex presidente desde la cárcel se
atreve a afirmar que él desde un autogolpe construyó la democracia moderna en
el Perú cuando ejercía una absoluta autocracia.
Giovanni Sartori es un conocido y reconocido
tratadista muy familiar en nuestras aulas, que mantuvo una lucidez
impresionante hasta avanzada edad. Y sus obras, traducidas a casi todos los idiomas,
son valioso punto de partida para encendidos debates académicos y políticos.
Giovanni Sartori fue siempre un pensador de debate,
discusión e intervención, atento a las creaciones del mundo, a la realidad y a
los propios fenómenos y cambios con que los siglos XX y XXI, que lo cobijaron,
nos sorprenden día a día.
Sartori tenía la inmensa virtud de hacernos llegar sus
densos conocimientos de la manera más fácil y entendible. Era su gran sabiduría
que lo colocó como invalorable eje intelectual. Había bebido de los grandes
maestros en las mejores universidades americanas, Harvard y Columbia y fue a su
turno, profesor de las grandes universidades europeas entre ellas Florencia,
Roma, Complutense de Madrid y Autónoma de Barcelona. Tuvimos la suerte de conocerlo
en su mejor momento.
En su vida cosechó reconocimientos y premios,
múltiples Doctorados Honoris Causa pero su mayor recompensa fue el afecto y la
admiración de sus alumnos y de tantos y tantos que bebimos de su ciencia siempre
orientada a mejorar la organización política de la sociedad. No fue un
intelectual pasivo, por el contrario siempre combativo y crítico nos deja un
pensamiento y un espíritu fundamental para el estudio de la democracia.
Honesto, limpio, heterodoxo, polémico y sólido. Nunca hipotecó sus ideas y conocimientos,
su independencia fue proverbial, algo vital para un intelectual que debe
guardar autonomía frente a todo poder.
Su legado permanecerá en cada libro, en cada idea, en
sus críticas y en su sensibilidad. Fue un científico social valiente y vital. Quedan
para la reflexión su ejemplo y sabiduría en torno a la democracia y a los
partidos. Honor al honor.
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