ACUÑA
Y LOS ANTIVALORES
Mi columna HOJA DE TIEMPO publicada en Correo el 30 de enero 2016
César Acuña Peralta quiso comprar la presidencia del Perú
pero su camino electoral demuestra que no todo está en venta. Sabemos que
quienes tienen dinero compran tesis para sustentar grados. Puede haber sido el
caso. Pero al parecer el contratado habría sido deshonesto con el encargo y le fabricó
una tesis “académica” plagiada. El “exitoso” candidato puede ser una víctima
del engaño de quien hizo la tesis y se la hizo mal a estar por el plagio demostrado
de gran parte de las casi 400 páginas que contiene. El dinero por el trabajito
no alcanzó para que el factótum lo hiciera con la integridad de un doctorando
formado con la excelencia de una universidad como la Complutense de Madrid, que
para vergüenza de los peruanos, se ve involucrada en una estafa electoral
nacional que pasa a ser académica internacional.
Una estafa intelectual que de seguro Acuña no
presintió pues de saberlo no la hubiera publicado con bombos y platillos. Ha
cavado su tumba en los mismos predios universitarios que usa de bandera
electoral. A la vista de todos ha forjado antivalores de superchería, engaño e
impostura. Si como estudiante no respetó el prestigio y la formación de la
Universidad que generosamente lo albergó y se permitió usar, adulterar, robar y
presumir de la propiedad intelectual ajena, no puede ahora jactarse de logros
académicos.
César Acuña Peralta se ha convertido en el ejemplo de lo que no debe hacerse en ese
mundo universitario que pretendía representar, el que ha desnaturalizado al
punto de convertir el esfuerzo de estudiar en burla posible.
No es necesario
esperar que la Complutense formalice una investigación que no será rápida, lo
visto es suficiente. No hay más, ni persecución injusta ni arbitrariedad, lo
escrito escrito está. Más allá del segundo o tercer lugar de Acuña en las encuestas, el JNE debe separar a un candidato
que ha hecho bandera de la simulación y la adulteración.
Con César Acuña en la
carrera electoral perdemos todos, es un personaje de burla colectiva, un representante
fáctico de antivalores ante los cuales la sociedad no puede ser permisiva ni
complaciente. No puede estar, debe irse. Sin hablar de sus universidades que
ahora también están en cuestión. Qué vergüenza y qué pena.