EL CANSANCIO
DE
LA CUARENTENA
En Correo el 24 de abril 2020
La prórroga de la cuarentena estaba cantada y nadie puede asegurar que no
habrá más. Hay poca credibilidad en los datos oficiales. Sabemos lo que vemos y
ello indica que estamos alcanzando límites del aislamiento y del bloqueo
económico que lesiona familias y empresas. Cuando hay cansancio surge la
intolerancia y las críticas al Gobierno por un equipo ministerial con muchos
errores y poca capacidad para enfrentar el enorme desafío. La caja fiscal puede
ayudar pero la logística no da la talla, son más los riesgos de colas y
aglomeraciones que la eficacia en su distribución. La mayor recesión económica de
las últimas décadas acecha lo que significa hambre y desempleo.
El Gobierno parece inmune a la crítica y más aún a la autocrítica. Las
compras que se realizaron y las que se omitieron van dejando forados de
desconfianza. Nos faltan pruebas moleculares y rápidas, las camas de UCI de los
hospitales públicos son insuficientes, el número de respiradores es insignificante
para las urgencias. Ante un peligro de vida o muerte hay responsables. Pruebas
y mascarillas debieron llegar y no llegaron. Estuvo bien la cuarentena temprana
y estricta. También la celeridad de la decisión de ayuda social. Pero las
soluciones pasan por mayor organización y planeamiento ante el sistema de salud
desbordado. No podemos seguir actuando a ciegas sin pruebas moleculares. Este
retraso es fatal y tras cuarenta días la gente, harta del encierro, se vuelve
irresponsable y ansiosa. Se va perdiendo el ánimo. La improvisación y las
deficiencias sumadas a los errores tienen un costo social que se multiplica sin
que sepamos cómo se expresará. A todos nos interesan respuestas eficaces y
oportunas y para ello deben llamar a los mejores especialistas para hacer correcciones
y formular nuevas propuestas. Necesitamos nuevas energías con nuevas caras y
nuevas ideas. El gobierno no tiene el monopolio de la verdad.
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