FIESTAS DE
ESPERANZAS
Y TEMORES
En Correo el 22 de diciembre 2018
Pasado el referéndum con sus
secuelas de euforia política ya estamos en plenas fiestas. Faltan dos días para
recibir la Navidad. Mucho tráfico y gente en las calles indican ganas de buscar
un hermoso regalo pero lo hacemos con preocupación y temiendo por la seguridad.
No todos están felices, no todos tienen dinero para la alegría de cada entorno.
Y más. No hay confianza en las calles pero tampoco sobre lo que vendrá para el
país en este 2019 acelerado e incierto.
El optimista discurso del presidente Martín
Vizcarra y su popularidad creciente no significa necesariamente tranquilidad,
significa empoderamiento y voluntad pero no certidumbre respecto del futuro
inmediato. Hay mucha energía para imponerse en la lucha contra la corrupción lo
que es tan importante como mantener el equilibrio y la autonomía de los poderes
dentro de una democracia que no solo viene de encuestas y apoyo mediático.
Y en las calles muchos se
indignan por los demasiados culpables y piensan que todos deberían estar ya en
la cárcel. Con tanto justiciero el debido proceso cede ante odios y temores que
llevan a excesos. Para evitar los errores judiciales están las instituciones.
Nos toca fortalecerlas para que ningún avasallamiento antidemocrático sea
posible. A comenzar por los medios que exaltan simpatías pero también rechazos
y repulsiones.
Nos toca conectar con el espíritu de la navidad. Con el abrazo y
el afecto para todos, con la idea de armonizar para llegar a objetivos. La
confianza es parte de la fe. A eso tenemos que llegar. Esperemos que este
espíritu permanezca. Y en cuanto al 2019 ojalá encontremos el equilibrio en la
información para conectar más con la verdad y con la razón y menos con las
emociones y las llamadas verdades alternativas. Un gran abrazo con el Perú que
deseamos desarrollado, justo, ético y sin corrupción. Feliz Navidad para
todos!!
MEJORES
FIESTAS
CON SEGURIDAD
La crónica roja está cada vez más de moda. Los noticieros son deprimentes. Cuatro
de cada diez homicidios en el mundo se cometen en América Latina y algunos
gobiernos de la región han optado por la mano dura.
Las guerras se han trasladado a las
ciudades que conviven con los maleantes y los delincuentes. El número de
homicidios puede superar las situaciones bélicas pero no hay protestas públicas
masivas y muchas veces los culpables en flagrancia son liberados.
La criminalidad y la delincuencia es
una de las principales preocupaciones
de los peruanos y de los latinoamericanos. Hablar de inseguridad
ciudadana es reducir o simplificar dolosamente el problema. Porque es mucho más
que eso si lo que tenemos es una percepción de real peligro de vida siempre que
dejamos nuestro hogar.
Los índices de violencia han
aumentado en la región. México en los
últimos seis años ha sido sitiado por la violencia delincuencial, la del narcotráfico,
que lamentablemente es un gran poder. Los asesinatos siguen desafiando la
autoridad del Estado. Y lo peor es que en nuestros países nos acostumbramos a
ello, banalizamos este flagelo y las autoridades aparecen desbordadas.
El principal derecho a ser protegido
por todo Estado es el de la vida, es su primer deber y su razón de existir. Tomas
Hobbes encontraba en el temor a la desprotección la necesidad de organizarnos.
Es decir si nuestros gobiernos no son capaces de protegernos estaríamos al borde
de ser un Estado Fallido, uno que no presta garantías ni da confianza.
No se trata de colapsar cárceles ni criminalizar
jóvenes, ello significa derroche de gasto público sin cumplir el objetivo de
disminuir la delincuencia. Nos toca hablar de educación, de desempleo, de fracaso
de la sociedad en difundir valores pero también en garantizar necesidades
elementales. La noción de seguridad ciudadana desarrollada - en excelente libro
por el profesor sanmarquino Oscar Murillo-
nos dice que la mejor manera de luchar contra el crimen es que los
ciudadanos se sientan seguros en salud, alimentación, vivienda y empleo. El que
lo tiene no delinque, no se arriesga a
perder una situación conveniente. Esto aparece en las antípodas de las políticas represivas y militaristas.
Y sobre todo aquellas basadas en el miedo hacia el otro. Necesitamos, además, medidas
efectivas contra el homicidio, como la vigilancia comunitaria, el patrullaje
inteligente y una esperada y demorada reforma policial.
Y sobre todo ver lo que se ha hecho
en años recientes en ciudades como Bogotá, São
Paulo y San Pedro Sula que han logrado reducir los homicidios
entre un 70 y un 90% mediante estrategias que atacan la desigualdad, el
desempleo y la debilidad de las instituciones y del imperio de la ley en
aquellos lugares donde hay altos niveles de homicidios.
Necesitamos conciencia ciudadana para dejar de ser la región
donde se cometen cuatro de cada diez homicidios en el mundo y esta conciencia
comienza con un verdadero debate entre ciudadanos, instituciones especializadas,
políticas y sociales, para poner en práctica legislaciones y políticas públicas
que hagan que se asesine menos en nuestro continente. Y ese debate comienza en
los medios de comunicación como grandes espacios indispensables para la
expresión.
Solo así las navidades del 2019 podrán ser más
seguras, más alegres, más esperanzadoras y, sobre todo, la gran oportunidad
para expresar afectos sin temores. Feliz Navidad para todos!
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