LECCION POLITICA
Y MORAL
En diario Correo el 15 de julio del 2017
La noche del pasado jueves 13 fue convulsa,
sentimientos encontrados inundaron a los peruanos, nadie quedó indiferente
después de las muchas horas de atención prestadas al juez Richard Concepción
Carhuancho. Y antes a la solicitud del fiscal Germán Juárez para justificar la
prisión preventiva para un ex presidente y su esposa.
En el país se une la indignación a la impaciencia ante
una corrupción que no se sanciona. Cuando se enseñoreaba la sombra de la permisividad
en los casos de Ollanta Humala y de Alejandro Toledo, un juez resuelve en
sentido inesperado poniendo al Perú en los titulares del mundo.
Los medios reflejan la preocupación social por la
impunidad de quienes hicieron uso y abuso del poder aprovechando el mandato
popular. Ollanta Humala y Nadine Heredia están ya en la cárcel, posiblemente el
juez solo ha adelantado el resultado que vendrá después del juicio oral. No hay
ningún motivo para la alegría pero si una gran oportunidad para la reflexión, para extraer la instrucción moral y política de
que nadie puede creerse súper poderoso ni está por encima de la ley. El crimen
no paga.
Pero en un estado de derecho las garantías deben funcionar,
en especial la presunción de inocencia y el debido proceso. La resolución
judicial es un eficaz mensaje pero también un arma de doble filo, les proporciona
la ansiada coartada de la persecución política y vuelve a poner en cuestión la
prisión preventiva que no puede ni debe sustituir a la sentencia emanada del juicio
penal en que se procesan pruebas y se ejerce ampliamente el derecho de defensa.
Es verdad que la mal llamada pareja presidencial acumuló motivos y razones pero
también lo es que todavía no han sido juzgados, que su culpabilidad no ha sido consagrada
por sentencia y que seguramente con impedirles la salida del país hubiera sido
suficiente para garantizar la justicia.
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