LA ESPADA DE DAMOCLES
En diario Exitosa el domingo 9 de Junio 2019
La democracia está indisolublemente ligada al Estado de Derecho,
a la autonomía y separación de poderes, un dogma en que se fundan los regímenes presidenciales latinoamericanos.
Un poder no puede ordenar a otro que haga algo de acuerdo a la voluntad del
primero.
Es esto lo que estuvo en juego esta semana cuando después de un
beligerante debate el Congreso dio su confianza
al Gabinete Del Solar. Es cierto que
hubo un cambio de tono del Primer Ministro respecto de su desafiante carta inicial
al presidente del Congreso para pedir la aprobación de los seis
proyectos de reforma política. Y es cierto también que los congresistas
asumieron la gravedad de la situación y llegaron a un buen desenlace del
conflicto que tuvo al país en vilo por un posible cierre del Parlamento.
Quienes llevaron su indignación hasta pedir a gritos este cierre no pensaron en
lo que podría venir para el país después de esta medida extrema.
Concluida la escaramuza queda por verse si el Ejecutivo al final
de la Legislatura considera que las esencias que Del Solar detalló no fueron
respetadas. Una verdadera espada de Damocles pende sobre el Congreso que haría
trizas la autonomía de poderes en cuya virtud el Congreso tiene la prerrogativa
y la obligación no solo de cambiar dichos proyectos sino de modificarlos y perfeccionarlos
en aspectos cuestionables como los que pretenden mejorar los partidos políticos
con participación ajena, obligatoria y vinculante. Estamos ante un verdadero
absurdo que haría que los partidos ya debilitados desaparezcan legalmente. Si en las internas no vota el 1,5% de los electores dicho
partido pierde la inscripción. Lo más probable es que los
representados en el Congreso se opongan a esta propuesta y con ello reactiven
la amenaza de disolución.
Pero no es tan fácil decidir unilateralmente disolver el Congreso
sin que la comunidad internacional considere que es un golpe de Estado cuando
en democracia es posible dialogar y lograr acuerdos y compromisos con
decisiones que respondan a las demandas sociales que son muchas para dar forma
a una necesaria agenda compartida.
El modelo de separación de poderes surgió como reacción ante el
despotismo parlamentario o a los excesos del Presidente. Sin dejar de lado la
influencia de los jueces sobre las decisiones legislativas, subordinando sus
funciones a las del parlamento. Nadie quiere un parlamento como poder absoluto
que coloque bajo su influencia a las otras ramas del poder ni un Ejecutivo
omnímodo que domine al Legislativo y al Judicial.
Es el momento de que Martín Vizcarra gobierne y atienda las
urgencias sociales, en especial la criminalidad urbana que descontrolada amenaza
el derecho a la vida, y de que el Congreso legisle la reforma política rescatando
su derecho a perfeccionarla sin amenazas ni riesgos de disolución. Momento
también de evitar el monopolio del poder de una persona o de un grupo o partido.
Que nadie esté tentado a reclamar para sí la totalidad de la representación o a
usurpar o invadir las funciones de los otros.
De seguro no es el mejor Congreso el que tenemos pero cumple un
papel de equilibrio dentro del Estado de Derecho. El choque permanente entre
presidente y Congreso, las decisiones unilaterales o prepotentes liquidan la
democracia, la confianza y la estabilidad. Es lo que debemos evitar.
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