lunes, 11 de marzo de 2019


ACOSO Y CIBERACOSO

En Político.pe el 10 de Marzo 2019

De los piropos galantes de antaño a los chistes obscenos de hoy hay un camino que la sociedad ha recorrido sin mucha conciencia del daño. El acoso sexual es ahora un delito en el Perú lo que no impide que circulen los chistes más ingeniosos y picantes para banalizar esta práctica que recorre todas las clases sociales sin mucha conciencia ni vergüenza. Y por supuesto que la mayor parte de las víctimas son mujeres aunque no se descarta que también los hombres sean afectados. El abuso también puede venir de damas con puestos altos o situaciones de poder.

Entre las víctimas se genera el llamado temor reverencial o el miedo a represalias o a perder el trabajo. En la mayoría de los casos no es el acosador o la acosadora la que recibe la sanción sino la víctima que es objeto de represalias sociales además de procesar dolorosamente sus propias dudas, culpa y malestar.

El acoso sexual está en el debate después de los lamentables casos de congresistas denunciados como Moisés Mamani y Yohny Lezcano. Sin ingresar a ellos queremos ampliar el enfoque de este problema latente que pocas veces se denuncia y menos se sanciona. Poner luz sobre estas prácticas nocivas que también pueden encontrar un soporte en la internet dando lugar al ciberacoso.

Se produce en las empresas que deben tratar de evitar situaciones de riesgo o canalizarlas a partir de procedimientos específicos para encauzar las denuncias o reclamaciones. Y por supuesto se produce en las universidades y centros educativos donde proliferan casos desatendidos por la vergüenza de los estudiantes a denunciar.

Esta tendencia al silencio podría ser contrarrestada con protocolos que faciliten las expresiones, las denuncias y las investigaciones. Con códigos éticos y plazos para que el tiempo no entierre el delito y se ponga de relieve el compromiso institucional que identifique las situaciones de peligro y los canales de denuncias desde la objetividad y la confidencialidad sin lugar ni espacio para las represalias. La transparencia es la base de la confianza.

El ciberacoso  ha llegado al cine con el documental ‘Netizens’ que reúne los testimonios de varias víctimas de agresiones virtuales perpetradas por sus exparejas o por desconocidos que se aseguran que sus agravios se encuentren entre los primeros resultados de un buscador y permanezcan en él.

Ante el ciberacoso la policía o los abogados no pueden hacer mucho dado que el perfil de las víctimas puede ser muy amplio e incluir mujeres notables, con posición social, periodistas o activistas que exponen sus opiniones públicamente y reciben, recibimos, ataques de género con violencia trasladada al mundo virtual. Los comentarios en las redes abundan en agravios personales e inconfesables como si fuera algo normal. Odios y homofobias, epítetos irrepetibles son moneda común. Nadie se preocupa de ello salvo las víctimas. Más allá de la acción de los editores, muchos no lo entienden y los límites aparecen como inexistentes. Necesitamos guías de seguridad para que el uso de internet no represente un riesgo y sea una vía confiable. He aquí un espacio donde no se ha hecho mucho y predomina el libertinaje y la mala fe para destruir prestigios y honras. Seguiremos.


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