ACOSO Y CIBERACOSO
En Político.pe el 10 de Marzo 2019
De los piropos galantes de antaño a los chistes
obscenos de hoy hay un camino que la sociedad ha recorrido sin mucha conciencia
del daño. El acoso sexual es ahora un delito en el Perú lo que no impide que
circulen los chistes más ingeniosos y picantes para banalizar esta práctica que
recorre todas las clases sociales sin mucha conciencia ni vergüenza. Y por
supuesto que la mayor parte de las víctimas son mujeres aunque no se descarta
que también los hombres sean afectados. El abuso también puede venir de damas con
puestos altos o situaciones de poder.
Entre las víctimas se genera el llamado temor
reverencial o el miedo a represalias o a perder el trabajo. En la mayoría de
los casos no es el acosador o la acosadora la que recibe la sanción sino la víctima que es objeto de represalias sociales además de procesar
dolorosamente sus propias dudas, culpa y malestar.
El acoso sexual está en el debate después de los lamentables
casos de congresistas denunciados como Moisés Mamani y Yohny Lezcano. Sin
ingresar a ellos queremos ampliar el enfoque de este problema latente que pocas
veces se denuncia y menos se sanciona. Poner luz sobre estas prácticas
nocivas que también pueden encontrar un soporte en la internet dando lugar al
ciberacoso.
Se produce en las empresas que deben tratar de evitar
situaciones de riesgo o canalizarlas a partir de procedimientos específicos
para encauzar las denuncias o reclamaciones. Y por supuesto se produce en las
universidades y centros educativos donde proliferan casos desatendidos por la vergüenza
de los estudiantes a denunciar.
Esta tendencia al silencio podría ser contrarrestada con
protocolos que faciliten las expresiones, las denuncias y las investigaciones.
Con códigos éticos y plazos para que el tiempo no entierre el delito y se ponga
de relieve el compromiso institucional que identifique las situaciones de peligro
y los canales de denuncias desde la objetividad y la confidencialidad sin lugar
ni espacio para las represalias. La transparencia es la base de la confianza.
El ciberacoso
ha llegado al cine con el documental ‘Netizens’ que reúne los
testimonios de varias víctimas de agresiones virtuales perpetradas por sus
exparejas o por desconocidos que se aseguran
que sus agravios se encuentren entre los primeros resultados de un buscador y
permanezcan en él.
Ante el ciberacoso
la policía o los abogados no pueden hacer mucho dado que el perfil de las
víctimas puede ser muy amplio e incluir mujeres notables, con posición social,
periodistas o activistas que exponen sus opiniones públicamente y reciben,
recibimos, ataques de género con violencia trasladada al mundo virtual. Los
comentarios en las redes abundan en agravios personales e inconfesables como si
fuera algo normal. Odios y homofobias, epítetos irrepetibles son moneda común. Nadie
se preocupa de ello salvo las víctimas. Más allá de la acción de los editores,
muchos no lo entienden y los límites aparecen como inexistentes. Necesitamos guías de seguridad para
que el uso de internet no represente un riesgo y sea una vía confiable. He aquí
un espacio donde no se ha hecho mucho y predomina el libertinaje y la mala fe
para destruir prestigios y honras. Seguiremos.
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