SOLIDARIDAD CON PEDRO SALINAS
Y PAOLA UGAZ
Para Político.pe
El periodismo es una profesión de riesgo. Lo sabemos bien los que nos hemos
sentido incómodos por opiniones personales o versiones que consideramos justas.
La fundamental labor de investigación y esclarecimiento asumida por Pedro
Salinas y Paola Ugaz respecto del Sodalicio y sus prácticas vedadas merece el
apoyo de toda la sociedad y en especial de quienes vemos en la Iglesia Católica un propósito de
penalización y enmienda respecto de ese estigma mayor que es la pedofilia, un
escándalo universal que reclama acción y reacción social.
Hace tres años con su libro Mitad monjes, mitad soldados de
Pedro Salinas y Paola Ugaz nos informaron de una tristísima realidad que había
permanecido oculta. Supimos entonces del abuso contra menores y jóvenes en el
Sodalicio, organización fundada por Luis Fernando Figari en la que participó el
hoy poderoso Arzobispo de Piura y Tumbes, Jose Antonio Eguren Anselmi.
Eguren es hoy una gran autoridad en el norte. Connotado miembro del
Sodalicio no puede negar responsabilidad en los hechos denunciados pero en
lugar de ello, sin cristiano propósito de enmienda, querella por difamación a Salinas
y Ugaz reeditando el mítico combate de David contra Goliat. Pero en este caso la
honda de David, la de la verdad y la justicia la tienen nuestros colegas aunque
el prelado haya logrado llevarlos ‘a su territorio’ donde tiene juezas que
puede influir o manejar.
Judith Cueva Calle y Esthela Alva Pantaleón son las magistradas que insólitamente
aceptaron las querellas por opinar o investigar. Y sin considerar que ambos
periodistas viven en Lima los obligan a litigar en Piura a 1,200 kilómetros.
Una extremo del abuso que la OCMA debería abordar ya y con severidad ya que no
solo viola derechos personales y de libertad de expresión sino que los coloca
en riesgo al obligarlos a desplazarse permanentemente.
Nuestros queridos y valientes colegas no midieron consecuencias que hoy
tienen que enfrentar. Pagan el precio de ser Quijotes de la verdad y de la
justicia sufriendo el amedrentamiento para que nadie más se atreva a investigar
o denunciar a poderosos, para que nadie publique respecto del Sodalicio de Vida
Cristiana a pesar de los apabullantes testimonios.
El abuso de poder es ostensible, el que puede puede, pero cuando se trata
de crímenes contra menores y jóvenes toca a toda la sociedad defender a quienes
han asumido su protección con reciedumbre ética como Pedro Salinas y Paola
Ugaz. No los dejemos solos con su enorme desgaste económico, emocional y
laboral. No aceptemos el abuso de un personaje ciertamente implicado que hoy
los obliga a viajar constantemente a Piura, a pagar abogados y testigos para responder
a una inicua demanda que nunca debió ser aceptada. ¿Por qué el Poder Judicial permite
esta barbaridad?
Pedro Salinas investigó más de cinco años a una institución de la que fue
víctima de maltratos psicológicos y físicos. Tiene todo el derecho de exigir
justicia. En lugar de ello Eguren lo sigue haciendo víctima usando su poder. Niega
que fue pieza clave en la entidad, que ocupó altos cargos y que maltrató
psicológicamente a varios jóvenes como parte del círculo más cercano a Figari.
El periodismo peruano tiene una deuda moral con Pedro Salinas y Paola Ugaz,
más exigible aún en tiempos de crisis de valores. No consintamos esta atrocidad
social y penal. La sentencia contra Salinas podría venir en el próximo marzo y
estamos a tiempo para una acción conjunta que vaya más allá de las personas
para convertirse en una instrucción moral para una sociedad ávida de modelos y
ejemplos. No permitamos que se penalice la verdad. Solidaridad activa para
ellos.
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