domingo, 17 de febrero de 2019


LAWFARE. 
LA JUDICIALIZACIÓN DE LA POLÍTICA


Publicado en Exitosa el 17 de Febrero 2019

Nos quejamos de la judicialización de la política. Más aún en este muy cálido Febrero que amenaza con huaicos, que vienen dejando miles de familias damnificadas en el sur, y con Tsunamis políticos que pueden venir desde el Brasil después del acuerdo suscrito con Odebrecht bajo régimen de delación premiada. Muchos personajes están bajo amenaza, los miedos proliferan ante las revelaciones que vendrán amenazando prestigios, trayectorias, oropeles. Y aquí procede un concepto que hace furor en el continente, el de Lawfare que se refiere al uso indebido o excesivo de instrumentos jurídicos para la persecución política, destrucción de la imagen pública o inhabilitación de un adversario político.

Hay quejas y reacciones en el Perú pero también en Brasil, Argentina y Colombia donde acciones aparentemente legales con amplia cobertura de prensa permiten presionar al acusado y su entorno haciéndolo más vulnerable a las acusaciones sin prueba hasta llegar a la liquidación del personaje.

Queremos luchar contra la corrupción pero necesitamos equilibrio. Y hay que tener en cuenta la sombra del Lawfare que se refiere a “un método de guerra no convencional en que la ley es usada como un medio para conseguir un objetivo militar”, utilizado desde 1999 en un libro sobre estrategia castrense. En el 2001 el concepto comienza a ser manejado en ámbitos diferentes con influencia en los aparatos jurídicos en América Latina en la lucha anticorrupción. Entre los aspectos fundamentales del Lawfare  está el rol del Poder Judicial, poderoso espacio para desplegar, casi sin limitaciones, estrategias de desestabilización y persecución política.

Estaríamos lejos del equilibrio de poderes. En especial si se tiene en cuenta que el Poder Judicial es el único que no deriva de la voluntad popular sino de designaciones políticas y de concursos que le dan una institucionalidad vulnerable y proclive a presiones en tiempos convulsos de lucha anti-corrupción que colocan altas autoridades ante el cadalso. Y mucho más cuando tenemos calles que claman por una persecución judicial general para los funcionarios de gobiernos corruptos.

Todo esto hace más importante la reforma judicial que impida que el aparato que investiga y sanciona caiga en manos corruptas o interesadas en el control del aparato del Estado que se esmeran en colocar “técnicos” (abogados, jueces, fiscales) vinculados al poder de turno, para atacar al adversario político.

Ad portas del tsunami Lava Jato y cuando las sospechas de aportes de campaña alcanzan hasta el Presidente Martín Vizcarra debemos evitar el doble rasero por el cual  se “elige” a quienes se ataca y también a quienes se invisibiliza o exculpa. Y en este aspecto es vital la labor de los medios de comunicación que pueden manipular y orientar la opinión pública sobre la corrupción.

El Parlamento investigará los nexos de las constructoras brasileñas y peruanas con todos los partidos y en especial con el oficialista. Nadie arriesga apoyos ni justifica aportes a los financiamientos electorales. Más argumentos para la esencial reforma judicial inacabada y para la reforma política que deberá profundizar este aspecto que se revela profundamente desestabilizador para la democracia y lamentable terreno fértil para la corrupción. Sin mencionar la peor amenaza que podría concretarse que es la indeseable vacancia presidencial.



No hay comentarios:

Publicar un comentario