SALAVERRY
Y
EL CONGRESO
En Político.pe el 03 Febrero 2019
Cambió el Congreso
elegido en julio 2016. El fujimorismo perdió la mayoría aplastante que obtuvo
en las urnas y deja de controlar las comisiones. Un segundo tiempo caracterizado
por la fragmentación y la presencia de una primera minoría sin poder de
decisión aunque si de perturbación, como se ha visto en estos días. Dejar de
dar el quórum de reglamento es una forma de estar presentes de manera negativa
al punto de poner en serios aprietos al titular del Parlamento, Daniel Salaverry, que se ha manifestado
con dureza con su antigua bancada.
Todavía está
por verse si el vaso está medio lleno o medio vacío. Si este nuevo parlamento
será positivo o no para el país. Nada está dicho pero la amenaza del bloqueo
legislativo existe. Muchos están celebrando prematuramente la debacle del fujimorismo teniendo en cuenta que mientras
gobernó con puño de hierro no logró nada que el Perú pueda hoy celebrar.
Su ejecutoria está hecha de dos años de avasallamiento y obstruccionismo.
Cuando pudieron y tenían todo el poder no respondieron a las reformas que
prometieron y ahora que no lo tienen es difícil pensar que empujarán los
cambios necesarios mediante consensos que podrían generar o sumarse con la
cantidad enorme de congresistas que conservan.
Quedan
todavía dos años y medio y de acuerdo a la tónica renovadora del presidente
Daniel Salaverry podríamos esperar menos confrontación y más inteligencia. Más
concertación y manejo democrático con las nuevas bancadas. Pero desde la
experiencia sufrida las alarmas se encienden.
El conflicto
entre Fuerza Popular y Salaverry es
personal con un telón de fondo de necesario salvataje del Parlamento dadas sus
escuálidas cifras de aprobación. La carrera política del ex vocero fujimorista se
ha fortalecido y sus pretensiones son mayores. Pero para ello debe poner a su
antigua tienda en su sitio e impedir
que por intereses propios conspiren contra los objetivos políticos mayores
que el Congreso podría abordar en el tiempo que queda. La dispersión es
perjudicial pero el sabotaje y las rencillas personales son peores.
El
presidente del Congreso tiene
su propio juego más allá de la reelección que de hecho pretende. No
contará con la complacencia del fujimorismo pero tendrá que demostrar capacidad
para evitar el entrampamiento y la confrontación obstruccionista en que los
naranjas son campeones.
¿Podrá Daniel
Salaverry responder al desafío de hacer política en esta difícil etapa usando
el diálogo y la inteligencia?
Veremos.
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