LA
MAREA NEGRA
EN ACCIÓN
En Político.pe el 17 de marzo 2018
Odebrecht tendió su maraña y creó una
marea negra que se está engullendo personajes e instituciones. La población
asiste incrédula y angustiada al escenario de la distribución de culpas que no
ha dejado títere con cabeza. Todos los partidos políticos, salvo Acción
Popular, están involucrados en la entrega de dinero negro. Algo presumible que
viene de la angurria y desmesura de nuestra legislación sobre el financiamiento
electoral que deja todas las fisuras para que dineros de origen reprobable
irriguen la política nacional como en efecto ha venido sucediendo.
Discutir de traiciones y lealtades que
significarían parámetros morales para la política cuando sabemos que no los
tiene es casi como debatir el sexo de los ángeles o la curvatura del círculo.
Lo peor es que la población lo siente así. Reprueba la trayectoria que mancha a
PPK como primer mandatario que personifica a la nación pero no da mayor
confianza a quienes desde un Parlamento cuestionado proclaman su lucha contra
la corrupción cuando tienen inmenso rabo de paja y una historia que merecería
mayor discreción, en especial en el caso del fujimorismo.
La calle no está involucrada en este
absurdo y egocéntrico juego de tronos a pesar de las cifras en las encuestas
que van a la baja. Las declaraciones de Barata echando lodo con ventilador han
impactado para que no se reconozca autoridad moral a nadie. Y eso es lo peor porque
las generalizaciones terminan en un que se vayan todos cuando nadie puede
predicar incorruptibilidad. Nadie cree en la disputa por la gobernabilidad que
vendría con la salida de PPK y el ingreso de Vizcarra a Palacio.
Todavía no hemos llegado a la mitad del
mandato de PPK y los conflictos entre el Gobierno y el Parlamento nunca
cesaron. De ahí la pérdida de confianza y el desencanto con ambos poderes. Todo
está bloqueado, no hay esperanza de reformas importantes y lo que viene no es
más de lo mismo sino que parecería algo
peor. La vacancia del presidente Kuczynski
es una pesadilla que él debería ahorrarle al país con una renuncia. Pero
hay excesivos intereses en juego, demasiados poderes que terminarían y por eso la
gestión de PPK ha oscilado entre vacancia y disolución del Congreso contaminando
la política reducida a grupos de intereses.
Hemos llegado al nudo gordiano. Pero la
ciudadanía no se siente involucrada ni tenida en cuenta. Ni espera verdaderos
cambios en esa relación patológica de amor odio entre los dos poderes del Estado
si cambia la cabeza del Ejecutivo. El tema es de fondo aunque nadie quiere
verlo así, es la falta de autoridad moral de los políticos de todas las tiendas
distribuidos entre acusadores y acusados. Nadie puede llenarse la boca de
palabras de lucha contra la corrupción cuando han nadado en el mismo barro,
salvo honrosísimas excepciones.
PPK tiene muy baja aprobación y el
Legislativo tiene aún menos (17% y 14%, respectivamente, según la última
encuesta de Ipsos). Los principales líderes políticos tampoco pueden estar
orgullosos de sus cifras. De qué estamos hablando cuando nos ponen en dilemas
sin pensar en el país y con egoísmos y soberbias que no tienen lugar en este
complejo escenario que estamos viviendo.
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