LA CRISIS
DE CONFIANZA
Diario Correo el 01 julio 2017
Yo te grabo tu me grabas, cuídate de lo que dices porque
te pueden estar grabando, habla para las tribunas no sea que un audio clandestino
difunda lo que creías hablar en reserva. Este es el ambiente en que estamos
viviendo con la confianza destruída y la autoridad mellada por ilegales interferencias
telefónicas y negociaciones en la trastienda. Un entorno creado y alimentado con lógica perversa para aceptar lo
clandestino e ilegal como condición para que prospere y gane titulares la
crítica ética.
¿Qué democracia representativa puede funcionar sin confianza
en sus líderes e instituciones? De esa dimensión es el daño que un alto
funcionario, irresponsable, sin compromiso de interés público y sin ética, como
el Contralor Edgar Alarcón, deja como legado. Lamentable que no quede duda que ha
sido él, o su gente, quienes han grabado las diversas reuniones en que su
presencia es el elemento común.
El malestar de la ciudadanía es patente con los
políticos y las instituciones y hasta con el sistema democrático contaminado
por las sospechas. Y quien debería defender un sistema de control impecable y
necesario es quien lo está quebrando con una crisis que pone a todos bajo recelo
del lobby permanente.
No hay quien defienda el interés social ni quien
maniobre políticamente y de buena fe. Todos reciben la sanción de la duda y la
suspicacia dejando poco espacio para el diálogo y el entendimiento. Así se
alientan los extremos y los radicalismos que no llevarán a nada bueno.
Esperamos
una lucha consecuente y absoluta contra la corrupción pero vamos en sentido
contrario. Con la impunidad subsistente y un equipo de gobierno lesionado perdiendo
inexorablemente el apoyo y la esperanza. No contar con esa “institución
invisible” que es la confianza impide construir algo mejor en común. Es esa la
mayor catástrofe. Y si somos incapaces de verlo es aún peor.
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