CAMBIO MINISTERIAL
Y
DISCURSO INSUFICIENTES
En Político.pe el 28 de Julio del 2017
La crisis de confianza y de institucionalidad no disminuirá con las expresiones
de buena voluntad del Presidente ni con los cinco proyectos que alcanzó al
Congreso. El asunto es de fondo. Se requieren políticas audaces en asuntos
cardinales como la solución a los conflictos laborales en salud y educación, la
promoción de la minería, la reforma judicial, la reducción de la informalidad,
la reforma política y la batalla contra la inseguridad y la corrupción.
Un factor
positivo que recorrió el discurso presidencial fue el buen manejo que hizo el
Ejecutivo de la emergencia generada por El Niño costero durante la cual logró
aglutinar la sensibilidad y la solidaridad nacional. Un gran logro pero no todo
se resume en él. Hay demasiada desconfianza, desconcierto, temores de anarquía
posible por desgobierno.
Todos queremos creer en un mejor segundo año, ojalá signado por la cooperación y no por la confrontación permanente. Hacer política significa atender sus dos caras, el conflicto y el consenso. Demasiado colisión conduce a la suma cero de los esfuerzos lo que de hecho paraliza al país como está sucediendo. De ahí que la distensión derivada del diálogo con Keiko Fujimori diera esperanzas al país. Pero no puede ni debe quedarse en la foto, debió reflejarse en un acuerdo programático y en un equipo ministerial de ancha base.
Nada de
eso hay. Nada de novedades ni por el cambio ministerial ni por el mensaje presidencial.
El ciudadano de a pie que siente el discurso como un conjunto de palabras ajenas,
desligadas de la realidad que padece. Nada cambiará si el Gobierno se
complace en el fraseo y no aspira a hacer política otorgando privilegio al
diálogo y a la negociación con naturaleza permanente. Con resultados que deben
obtenerse con firmeza, sin avances y retrocesos.
Necesitamos
esperanzas pero con seguridad. La Revolución social que PPK ofreció hace un año
a partir de los servicios básicos, todavía no se percibe. Tampoco los puestos
de trabajo ni la modernización del Estado.
Y es
que ante el Congreso abundaron frases hechas aunque faltaron los aspectos de
fondo. Aquellos que atienden las protestas sociales que se radicalizarán e
incrementarán sin la debida atención en sectores claves como educación y salud.
Faltaron las vías que nos permitirán acceder a ese sistema judicial honesto,
predecible que es indispensable para luchar contra la corrupción. Y ello no se
podrá lograr sin el debate constructivo entre los partidos.
Estamos en una etapa difícil que no se superará si los
políticos continúan dando preferencia al escándalo y a las anécdotas, si no
exhiben capacidad de acercamiento y de abordaje de los principales problemas
del país. La discrepancia se ha hecho permanente y llega a los medios no para
la construcción sino para la distorsión y para el aprovechamiento que se
refleja en las generalizaciones críticas y abusivas con ostensible ausencia de
propuestas.
Esa no es la política que necesitamos para afianzar la
democracia y salir del hoyo en que nos encontramos.
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