SEGURIDAD CIUDADANA
Y SEGURIDAD HUMANA
La inseguridad ciudadana es el eje de nuestras preocupaciones,
la delincuencia nos invade y pone en peligro nuestra tranquilidad y nuestro
derecho a la vida. El Ministro del Interior será interpelado por el Congreso y extrañaría
que se libre de la censura dado que no se perciben grandes avances. La
población exige al gobierno y a sus instituciones mayor protección pues su mandato
solo se justifica si logran defender la vida de los gobernados. Un Estado que
fracasa en esta tarea esencial puede entrar en la categoría de Estado fallido,
tan grave como eso.
El martes pasado presentamos en el Instituto de Gobierno de
la Universidad San Martín de Porres, junto a Hugo Neira y a Antero Flores Araoz,
el libro Seguridad Ciudadana y Seguridad
Humana de Oscar Murillo y Adolfo
Mattos, ambos docentes sanmarquinos.
Los autores nos presentan una idea nueva, la de seguridad
humana que viene a desplazar la exigencia y la visión de que lo único posible por
hacer es la represión policial y la sanción penal.
El concepto de seguridad humana se centra en la persona y no
en el Estado, se vincula al desarrollo y a los derechos humanos, subraya la
necesidad de las políticas públicas y de la cooperación internacional y tiene un
carácter progresista. Es un enfoque que permite superar el uso de la fuerza, la
visión policíaca y penal o la militarización en las políticas públicas. Algo complicado
y difícil cuando a la inseguridad se agrega el terrorismo globalizado. Los
riesgos se han acrecentado tras el 11 –S, se piensa más en la seguridad y menos
en el desarrollo.
La idea
central es que preocuparse por la seguridad humana es preocuparse por las
amenazas sobre las personas, por los abusos a los derechos humanos, la pobreza,
el hambre, los daños al medioambiente y la guerra. Al estar interconectadas obligan
a un acercamiento superior, racional, holístico.
Estamos
ante un concepto avanzado que reúne valores políticos y morales. El individuo como
punto de partida y referente de la seguridad. Algo que parece lógico pero imponerlo
no es tan fácil pues prevalecen los miedos y se exige mano dura, represión, uso
de la fuerza para eliminar a quienes nos intimidan.
Muchos
no están convencidos o simplemente rechazan relacionar la inseguridad con el
hambre, la enfermedad, la polución y otros daños, además de la violencia. Y por
eso encontramos críticos o adversarios más pragmáticos que conceptuales. Pero prestar
atención al amplio número de amenazas a la persona humana es útil y práctico.
La gente que tiene sus necesidades fundamentales atendidas no es proclive a la
delincuencia, al crimen o a la violencia. Quienes se sienten bien atendidos y
en seguridad no la arriesgan para inclinarse por la violencia.
Oscar
Murillo y Adolfo Matos han construido una matriz que da precisión a la
seguridad humana imbricada en el conjunto de amenazas no militares como son las
violaciones a los derechos fundamentales del ser humano. Se requería un estudio
analítico de base empírica para estudiar el nexo real y este libro asume esta compleja
tarea, con visión integral y con un nivel de reflexión que supera lo académico
para convertirse en herramienta de alta política y de buen gobierno. La
seguridad humana como el rostro unificador de los derechos humanos.
Felicitaciones.
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