EL DINERO
EL GRAN ELECTOR
La reforma
política tiene como eje el financiamiento electoral. No hay competencia sin
recursos. El dinero cuenta más que los programas, las ideas y la honestidad. La
gente capaz y honesta nunca llegará si le falta dinero para la campaña. El debate
es de fondo en un momento crítico para los políticos que pierden legitimidad y
credibilidad por la corrupción. En el que los partidos exhiben debilidad,
ausencia de organicidad, e irresponsabilidad para reclutar candidatos. En el
que la política aparece como botín o como inversión, dominada por las
donaciones que hipotecan a los representantes como pagos a cuenta para favores
futuros. La democracia pierde sentido y el dinero es el gran elector.
En todo el continente el dato fundamental es la disonancia
entre la legislación y su aplicación real. Pueden prohibirse las donaciones
anónimas y de origen extranjero para candidatos y partidos, pueden imponerse obligaciones
de transparencia sobre donaciones y gastos, pueden proliferar las reformas
legales como resultado de escándalos pero los controles tienen la misma debilidad
de las autoridades encargadas de hacerlos, sea por falta de autonomía para
supervisar o por falta de recursos financieros, humanos para su tarea.
El gran riesgo
sigue siendo la penetración del crimen organizado o del narcotráfico, sobre
todo en el nivel local, el más débil como lo estamos viendo. Prohibir las
donaciones de personas jurídicas como lo han hecho Brasil, Chile y Costa Rica
es importante pero más lo es la voluntad política para aplicar la legislación con
severidad, para levantar los secretos bancario y tributario y sobre todo para fortalecer
el intercambio de información entre los supervisores en la región.
Esencial regular
las licitaciones y adjudicaciones de obras públicas, los lobbys y los conflictos de interés.
Lo sucedido con Graña y Montero indica lo mucho que nos falta en protección de
la integridad en la función pública.
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