SIN LUGAR
PARA LA FE
En Correo el 21 de enero 2017
El Congreso que aborda el aspecto
político de las denuncias en el caso Lava Jato no aparece con la autoridad suficiente
para hacerlo. Según Ipsos Perú el 77% no se siente representado en él. Dramático
pues cuando nadie puede investigar ni sancionar se abren las puertas a la
impunidad. En ese vacío se impone la desconfianza sobre políticos y legisladores,
que también alcanza a jueces y fiscales y por si fuera poco a la prensa desde
que en las empresas mediáticas pueden darse -y de hecho se dan- serios conflictos
de intereses.
Todos los mediadores deben actuar
con rapidez y decisión, están obligados a exhibir honestidad, rapidez, buenos
reflejos y voluntad para la acción. La expectativa es grande y las exigencias
mayores. A la puerta están las multitudes convertidas en actores políticos
desde las calles convocadas por internet.
La agenda de las necesidades y las urgencias conocidas ha pasado a un
segundo plano ante la prioridad de la lucha contra la corrupción. La
inseguridad temible y extendida cede su lugar a la exigencia ética de la lucha
contra quienes, en las clases dirigentes, en el Estado y en las empresas, han
traicionado la misión de las vanguardias éticas. Que puede ser peor que no
tenerlas, conocidas y reconocidas, para que lleven a sus pueblos por el camino de
los valores, por una ruta distinta a la de los negociados, las coimas, los
desaguisados que cada vez se harán más palpables a la luz de la justicia
norteamericana, suiza o brasileña.
Cuando el Fiscal de la Nación pide ante el Congreso la confianza total a
pesar de su lentitud puede estar descubriendo que en nuestro pueblo no hay
lugar para ese acto de fe. Los antecedentes no lo amparan. Y esta actitud
colectiva podría ser tan negativa como el drama de la corrupción a combatir.
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