UNA REVOLUCION SOCIAL
Y OTRA MORAL
Un nuevo ritual democrático y constitucional.
Un cuarto gobierno consecutivo como logro nacional. Nuevos congresistas, nuevos
ministros, nuevo presidente, un régimen flamante que deja atrás dicterios para
pensar y actuar por la unidad conforme a un juramento emocionado y a
lineamientos de un discurso inaugural corto, preciso, fuerte y decidido.
Una buena impresión, un estilo
diferente rompiendo con los formalismos. Pedro Pablo Kuczynski se movilizó en
su propio carro para llegar al Congreso y asumir un mandato que desea inclusivo
y pacificador dirigido también a quienes no votaron por él. Afirmó la paz rechazó
el enfrentamiento y se centró en el acceso de todos a las oportunidades y al crecimiento
no solo económico sino humano.
Un discurso visionario lleno de
sueños, una declaración formal que parte de reconocer los esfuerzos de sus
antecesores para pedir más para dar el gran salto a la modernidad a través de
una revolución social que levante el ingreso de los más pobres, que les permita
el acceso a servicios esenciales demasiado costosos, que cierre brechas en
salud y seguridad social, que afirme la complementariedad de lo privado con lo
público.
Y otra revolución ética contra la corrupción y por el ahorro que la
honestidad significa, que afirme el compromiso total en una lucha que claramente
se hace misión al exigir de sus colaboradores consecuencia moral absoluta. Que
no caigan en la indignidad de la corrupción, quien falle acabará ante la
justicia profundamente reformada. Con la colaboración del congreso y de la
sociedad a la que pidió denunciar y participar.
En memoria de su padre, PPK se comprometió
con con el país con sueños que vienen de su infancia. No puede defraudar su
legado. La mejor suerte para que así sea.
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