viernes, 29 de julio de 2016



EL SUEÑO 


Y LA MISION


Para el portal Politico.pe

En recuerdo de su padre Pedro Pablo Kucynski expresó ante la representación nacional e internacional, con un juramento emocionado, su compromiso social y ético con el país. Un empeño que viene desde su infancia y le permitió hablar de los sueños que lo han acompañado en su vida, que tienen como eje el legado de su padre, el médico polaco que hizo de su profesión una obligación de vida para atender a los más pobres.

PPK llegó al Congreso para expresar un legado filial que siente que no puede defraudar. Su discurso tuvo como eje la modernidad en un país sin discriminación, una nación que como hijo de inmigrante ilustrado siente como cuna de la civilización con doscientos años de república pero con miles años de historia. Una visión para compartir en la que el nuevo presidente se inspira en el pasado de gloria para entender la modernidad contemporánea con claves sociales y éticas, como igualdad de oportunidades con respeto irrestricto a la dignidad humana y a los derechos, en especial de la mujer.

Sueños personales de una nación moderna e inclusiva. En el bicentenario, horizonte tantas veces mencionado, todos los peruanos tendrán acceso al agua las 24 horas, con una política de estado de saneamiento y de salud lo que ya sería una verdadera revolución social que comienza con el sueño del agua.

Una revolución social frente a la cual no hay tiempo para divisiones ideológicas pues sin salud no hay desarrollo. Pide un solo sistema nacional de salud con acceso universal. Que la anemia haya desaparecido que no haya mortalidad materna e infantil.

El sueño del bicentenario, educación asegurada en instituciones de prestigio, artística, en deportes, ciencias, humanidades e idioma extranjero. Con universidades de calidad y acreditadas. Una visión de país que incluye jóvenes que entiendan lo que lean y hablen el inglés o el chino. Y el quechua y el aymara. Todo en un país seguro que no tenga que vivir en ciudades enrejadas.

PPK afirmó que cumplirá sus promesas de campaña. Nos diseñó un país en construcción con apoyo al agro lo que significa desde Mariátegui la esencia de la justicia social, concepto olvidado en los más recientes discursos presidenciales, que viene de la Carta de 1979.

En resumen el nuevo presidente llegó al Congreso para compartir sueños que pintan un Perú admirado por el mundo, formalizado, moderno, libre de inseguridad, corrupción y discriminación. Un sueño republicano reflejado en un discurso visionario que logró la satisfacción del 90% de la ciudadanía, bien estructurado, cercano a la gente, fácil y resumido en seis compromisos de Estado. No dijo cómo lo hará, dejó al gabinete presidido por Fernando Zavala la muy compleja tarea de desgranar políticas ante el Congreso al solicitar la investidura.

Estamos ante dos revoluciones igualmente urgentes, una social y otra moral. Que las haya fraseado es un avance. Pero de buenas intenciones está empedrado el infierno. Le toca recorrer el camino nada fácil de un país al que ha entregado el sentido de una misión, política y social, no ideologizada, colectiva y de participación. Que su gobierno se mantenga a la altura del compromiso. Toda la suerte para que así sea.


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