NI SECRETISMO
NI CORRUPCION
En Correo el 09 07 16
Entre la seguridad del Estado y la lucha contra la
corrupción, entre la cautela y la valentía, entre el silencio permisivo y la
denuncia documentada, entre la misión y la precaución. Tal el dilema ético de
periodistas conscientes cuando conocen algo que deben denunciar y pueden caer en
situaciones como las que amenazan a Rosana Cueva y su equipo de Panorama.
El país está con ellos, expresa una solidaridad que tiene
en cuenta su coraje y honestidad al haberse enfrentado al superpoder de la
primera dama Nadine Heredia a la que denunciaron, a partir de sus agendas, de
manejo de dineros desconocidos y develaron el mayor escándalo político del
gobierno. La venganza planea sobre esta denuncia gravísima -traición a la
patria en la modalidad de revelación de secretos de interés nacional- contra
dos mujeres que han llevado su misión de poner luz en asuntos oscuros hasta las
últimas consecuencias.
¿La corrupción en el manejo de fondos destinados a la
lucha contrasubversiva en el Vraem debe ser silenciada por seguridad del
Estado? ¿La permisividad y el secreto son parte del problema o de la solución?
Periodistas como Rosana Cueva sirven a la moral de un
país aunque se arriesguen como lo están haciendo. Si incurrieron en excesos
como poner micrófonos a los presuntos colaboradores eficaces es porque la
negligencia en aspectos sensibles y la corrupción son protegidas por silencios
cómplices. El gobierno podría tener algo de razón si no existiera el sabor a
vendetta y el secretismo sobre la corrupción que es la primera traición. Jakke Valakivi
debe retirar la denuncia. Que busque los errores, los delitos y los
aprovechamientos infames entre las filas que pretende defender. La censura procede,
no ha respetado la libertad de expresión ni el derecho a la información.
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