NO UNA SINO MUCHAS CRISIS
El gobierno de los
Humala Heredia tiene tal adicción al
error que ya parece dependencia. Vive y se hace notar a través de lo que sus
amigos llaman torpezas y sus enemigos escándalos. Pero la destitución de Julia
Príncipe no es un error, torpeza o escándalo es un hara kiri, algo que en
democracia no se puede hacer bajo pena de ponerla en peligro. Han evidenciado
una esencia de arbitrariedad, autoritarismo y prepotencia que ha hecho sonar
todas las alarmas.
El contexto les es adverso, no solo la popularidad de
Ollanta Humala está en un dígito, continúa el acelerado desbande de sus
congresistas incluyendo a Marisol Espinoza que demoró demasiado para abandonar un
barco que ostensiblemente hace agua.
Ha sido un pobre gobierno pero sus
estertores son peores que sus inicios, no han aprendido nada y apuestan por una
sociedad sin memoria de las afrentas del fujimorismo en la década pasada. Acallar
a una procuradora incómoda y luego destituirla por miedo y venganza se parece
mucho a la destitución de los miembros del Tribunal Constitucional cuando
aplicaron el control difuso para decidir que la ley de interpretación autentica
-que permitiría una tercera elección- era inaplicable a Alberto Fujimori. Ese
fallo les significó un vejatorio proceso en el Congreso previo a su cese y motivó
la más grande manifestación universitaria de rechazo en las calles.
Lo de
ahora, guardando las distancias, está en la misma vía de prepotencia y de
ruptura del Estado de Derecho. Están cerrando el círculo disparándose a los
pies pero esta vez con metralleta. Y como vemos no valen trayectorias
democráticas para garantizar nada, ni la de Mario Vargas Llosa ni la de Pedro Cateriano
impedirán que los atropellos vayan hacia más. Hay terror a la investigación a
Heredia por eso la blindan hasta el absurdo y todo será bien empleado en el
objetivo de impedir que llegue a prisión.
De espaldas a la honestidad que tanto
proclamaron, los meses que quedan para entregar la presidencia contemplarán
todavía varias crisis. El futuro de los Humala Heredia está signado por el
miedo y por la búsqueda de la impunidad posible. Pero la sociedad está en alerta
roja. Su primera lealtad es con la democracia y dentro de ella con la lucha
contra la corrupción.
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