RECUPERAR
LA CONFIANZA
LA CONFIANZA
Cambia la correlación de fuerzas. La oposición concedió la delegación de
facultades para que un asentado Pedro Cateriano pueda conducir el barco durante
el tramo final no sin antes hacer una exhibición de fuerzas al insistir en la
exoneración a las gratificaciones con una sólida votación. El varapalo debe
haberse sentido en Palacio donde el gobernante y su mujer se debaten en la
maraña de denuncias e investigaciones sin mucho éxito a estar por la
disminución de su aceptación en las encuestas lo que podría tener como límite
el suelo con la consecuencia de la total deslegitimación.
El gobierno tiene en Cateriano una fortaleza democrática cuya ductilidad
le ha permitido capear la crisis pero no solucionarla. La desconfianza
permanece, las dudas y sospechas han escalado al punto que Nadine Heredia encabeza
la lista de los mayormente corruptos dejando sin aliento ético a un gobierno
que tuvo como bandera la honestidad que haría la diferencia.
Nada de esto y sí más de lo mismo en cuanto a opacidad y falta de
voluntad para el esclarecimiento ante la acumulación de denuncias que han
dejado en el camino la imagen gubernamental. Y lo peor es que parece ser solo
el comienzo. Una inmensa incertidumbre interroga el futuro cercano de una
pareja que apostó por el poder y ganó el primer premio sin estar preparada para
tal responsabilidad. Y como se está viendo sin exhibir especiales capacidades
para ello. En el tramo final de su aventura política las cosas se les
complican, la oposición confirma su fuerza y su experiencia mientras desde el
gobierno proliferan las respuestas impolíticas, improvisadas y oscuras aderezadas
con disfraces e improperios. El carnaval político acentúa la desconfianza y la imagen
de aventurerismo se extiende.
La oposición está ad portas de recuperar el control del Congreso mediante
la conducción de su Mesa Directiva. Recuerda al exitoso presidente de unidad
que fue Antero Flores Araoz cuando Alejandro Toledo se enfrentaba a la
deslegitimación.
La responsabilidad de la oposición unida está en poner el hombro para el
control de daños. Le corresponde conducir el barco en momentos de campaña
electoral para que el gobierno culmine y entregue el mando como convenido.
También le toca velar por la transparencia y la limpieza en el uso de los
recursos del Estado cuando tenemos un partido de gobierno cuya cuestionada
presidenta tiene el primer interés en participar y ganar las curules necesarias
para su defensa y protección en el próximo gobierno. Para ese futuro ya está anunciado
el desembalse de declaraciones de Martín Belaunde Lossio a quien deberá levantarse
el régimen excesivo que padece y brindarle la protección indispensable para la
búsqueda de la verdad.
Finalmente, no menos importante, la oposición deberá hacer todo lo
necesario para recuperar la confianza en las instituciones y en la democracia.
El desafío más difícil es recomponer la erosionada imagen de la clase política.
Tiene la oportunidad de activar el flanco ético tan venido a menos en tiempos en
que una cierta condescendencia de los llamados partidos tradicionales con la
corrupción, puede abrir puertas a aventureros que llegan al poder a aprovecharlo
y no a cumplir con lo prometido. Como estamos viendo.
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