¿EL
GOBIERNO QUIERE DIÁLOGO?
Publicado en Correo, el 07 de febrero del 2015
El
gobierno de Ollanta Humala, a través de su primera ministra, ha convocado al
dialogo pero parecería que no lo quiere. Más aún, lo están saboteando y solo significaría
una finta para ganar tiempo en momentos en que serios problemas afectan al
Presidente y su esposa. No saben cómo afrontarlos ni como cambiar su estilo de confrontación.
Están demostrando que no tienen dedos de organista para hacer política. La improvisación
se paga muy cara y cuando se junta con la soberbia los resultados suelen ser desastrosos.
Durante todo su periodo gubernamental no han querido escuchar, los anteriores
diálogos han sido inútiles, cultivan la evasión frente a las críticas, se creen
omnímodos y hasta sus partidarios congresistas, ahora en estampida, se sienten
marginados de ese cuartel inaccesible en que han convertido Palacio de
gobierno. No dan muestras de entender, a poco más de un año de las elecciones
generales, que la gobernabilidad es sobre todo diálogo y rendición de cuentas.
Nunca
han dialogado con eficiencia y tampoco lo harán ahora. No solo no lo quieren, lo obstaculizan con una convocatoria masiva
y exagerada. Porque donde todos van nadie
significativo va. Se invita genéricamente a todas las fuerzas vivas y no
especialmente a los partidos políticos de acuerdo a sus responsabilidades
democráticas. No usan buenas maneras tampoco ponen una agenda mínima ni exhiben
voluntad de conceder nada que les disguste. Mantienen a los ministros que han
agredido abiertamente a los invitados, es un agravio y lo saben pero se
arreglan para disuadirlos antes de la cita.
Acaban
de sufrir una fortísima derrota. Tuvieron que derogar la Ley de Trabajo Juvenil
y junto a ello la corrupción podría estar llegando a Palacio a través del
proceso al amigo asesor Martín Belaunde Lossio y las denuncias contra Nadine
Heredia. El gobierno está cercado por errores propios. No saben cómo afrontar
la economía que se ha desacelerado ni cómo animar la inversión privada que se va
perdiendo. Y menos aún atacar la inseguridad ciudadana que angustia a todos. En
las antípodas del diálogo el gobierno persiste en su soliloquio, cree que son
los únicos dueños de la pelota, la muestran con sorna pero no la comparten
porque se piensan solos en la cancha. Para jugar en democracia se necesita
responsabilidad. El primero que debe tenerla es el gobierno pero dada la crisis
la de la oposición se acrecienta para cuidar la democracia. Lo deseable hubiera
sido un gabinete de consenso como resultado del acercamiento en torno a problemas
concretos. Un gesto en esa dirección cambiaría el tono y el escenario. ¿Podrán
hacerlo todavía?
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