“LA PAREJA PRESIDENCIAL” Y LOS JOVENES
Publicado en Diario UNO el 20 de diciembre del 2014
El poder es lo más importante en la sociedad, determina
su vida y su destino. Escuchar a Ollanta Humala referirse a la “pareja
presidencial” es un extremo de la permisividad y la inconsistencia. La “pareja
presidencial” no existe ni legal ni constitucionalmente. Existe el presidente
elegido que personifica a la nación. Que ejerce el poder como primer mandatario
con atribuciones personalísimas que no comparte con nadie. Su responsabilidad
es con sus electores, su representatividad es la más amplia posible al recibir la
soberanía del pueblo. Su estado civil es irrelevante para el cumplimiento de
sus altas funciones. Si está casado no forma con su cónyuge una pareja
presidencial, es su pareja para los efectos sociales y familiares pero no para
las funciones para las que fue elegido.
Ollanta Humala preside el país
y su esposa Nadine Heredia preside el partido de gobierno, cada uno cumple sus
funciones en espacios separados no intercambiables. Ni Humala puede ser vocero
del Partido Nacionalista porque se debe a todos los peruanos y no solo a un
partido, ni su mujer puede ser la presidenta del país porque nadie la ha
elegido como tal.
Así que dejemos de hablar de “pareja
presidencial”. Si alguien ejerce poder sin título propio, vale decir sin
elección, tarde o temprano afrontará la acusación de usurpación como delito. Porque
la democracia representativa se basa en el rendimiento de cuentas. Nadie ejerce
poder sin responsabilidad. Los poderes fácticos no son legales y menos
constitucionales. Si los voceros del gobierno y los defensores oficiosos de
Nadine Heredia creen que la ayudan derivando su influencia y poder de integrar
la llamada pareja presidencial le están haciendo un flaco favor, alentando una
fantasía peligrosa. Y lo mismo vale para su marido, el presidente que incurre
en exceso punible al permitirle inmensa injerencia sobre las decisiones de su
gobierno. Al punto que cuando se ausenta no llaman a la vicepresidenta, Marisol
Espinoza o al presidente del Congreso, llaman a Nadine Heredia que por unos
días se convierte en gobernante de facto por ser la persona de plena confianza
del presidente. Estos aspectos parecen anecdóticos pero pesarán en la
evaluación política y legal del régimen y mucho más si la cadena de la
corrupción llegara hasta Palacio. Ojalá no fuera así.
¿Y qué les da Ollanta Humala a los jóvenes? Un regalo
envenado que penaliza su juventud, que propicia que se les pague menos y se les
quite derechos. Con el pretexto de combatir la informalidad y el desempleo se
ha evidenciado la complicidad con empresas- que no son pequeñas ni medianas-
para lograr mano de obra barata y sin derechos laborales que deberían ser para
todos, de acuerdo a la igualdad que figura en la Constitución.
Que a nadie extrañe que las protestas en las calles que
se iniciaron este jueves pasado, escalen en dimensión. Y que se reproduzcan no
solo en la capital, también en el interior. Los jóvenes están justamente
irritados por la injusticia que los margina, que los coloca como ciudadanos de
segunda. Y lo hace un gobierno que logró votos mayoritarios ofreciendo
progresismo y honestidad y ahora no les da ni lo uno ni lo otro. Un régimen que
ante justificadas protestas les ofrece marginación y cachiporras. Que pretende
acallarlos a sabiendas que no lo logrará. Cuidado que no está el horno para
bollos.
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