ADOLFO
SUÁREZ, ÍCONO DE LA DEMOCRACIA
Los peruanos
admiramos el proceso de la transición española a la democracia. Su Pacto de la
Moncloa y su vigente Constitución de 1978 son el legado de un gran político que
supo unir a España. Adolfo Suarez es un ícono del siglo XX, logró lo imposible,
dejar atrás los rencores hacia un régimen largo y violento como fue el
franquismo para mirar hacia adelante apostando por el progreso vía la
concertación y el diálogo. Llevó la política a las más grandes alturas, la
convirtió en arte de lo posible y lo imposible.
La
transición española fue un modelo para muchos países, también para el nuestro.
Con Gustavo Mohme Llona quisimos dar forma a la voluntad concertadora para
salir de la dictadura fujimorista y contar con una orientación clara para los
partidos democráticos. Y lo hicimos precisando objetivos comunes a través del
Acuerdo de Gobernabilidad, suscrito por todas las fuerzas políticas el 26 de
noviembre de 1999 en el Hotel Bolívar. Este fue el precedente del posterior
Acuerdo Nacional firmado durante el gobierno de Alejandro Toledo.
Así el
Comité Cívico por la Democracia aportó un significativo instrumento de unidad
al que no se le ha hecho suficiente justicia como tampoco a su gestor. El posterior
Acuerdo Nacional llegó sobre terreno abonado ya que los demócratas peruanos nos
reunimos por casi una década organizando la resistencia que culminó con la
famosa Marcha de los Cuatro Suyos a iniciativa del recordado Javier Diez
Canseco.
La
transición española fue siempre ejemplo y el referente más citado y estudiado
en foros, conferencias y discursos. Mi libro El Pacto, auspiciado por el Foro
Democrático, con entrevistas a políticos, académicos y autoridades no
gubernamentales, graficó en 1998 la necesidad de unidad y concertación para un
retorno a la democracia con signo positivo y eficiente.
Gracias a
la fructífera labor de Adolfo Suarez las transiciones latinoamericanas son
tributarias de la española. Aunque está por escribirse un buen libro sobre la peruana
aún inacabada en la medida que conservamos la Constitución suscrita y forjada
por el fujimorismo.
La muerte
de Adolfo Suárez ha generado merecidos y masivos homenajes en la península porque
fue, junto con el rey Juan Carlos y dirigentes notables de la oposición
antifranquista como Santiago Carrillo,
Felipe González y Alfonso Guerra, el protagonista de ese monumento político que
es el Pacto de la Moncloa. La vigente Constitución española de 1978 completa el
cuadro de su gran obra política que logró el acompañamiento de un gran pueblo
soberano que aceptó dejar rencores y odios, generados por el franquismo, para
apostar por un futuro que llevó a España a incorporarse exitosamente al bloque
europeo.
Adolfo
Suárez visto desde el tiempo transcurrido, silenciado por una larga enfermedad,
hoy es reivindicado en toda su dimensión estelar. Nuestros países hispanos le
deben mucho a su inspiración y su praxis. Puedo prometer y prometo fue su frase
más recordada, lección para nuestros políticos que prometen sin poder hacerlo e
incumplen sin siquiera pedir disculpas. Su ética política es el pedestal sobre
el que se alza su figura. Suarez mostró habilidad, voluntad y eficacia
política, apostó por la unidad y la tolerancia, se convirtió en el padre de la
democracia hispana y en modelo de políticos que más allá de las ideologías
deben pensar en su país y en su pueblo. Honor al honor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario