miércoles, 30 de abril de 2014

GUSTAVO MOHME LLONA


POR UNA IZQUIERDA MODERNA
Hace catorce años partió Gustavo Mohme Llona, congresista y director del diario La República. Un líder de izquierda que dio larga batalla contra la dictadura fujimorista, formó el Comité Cívico por la Democracia y dejó lecciones de concertación en el Acuerdo de Gobernabilidad para que los sectores democráticos tuvieran un camino después de recuperar la democracia. Mohme Llona hizo más que eso, dejó el ejemplo del político que plantea problemas de fondo y piensa en el largo plazo. Algo perdido en la política local, ganada por la coyuntura y  el espectáculo.

Cuántos personajes como él necesitamos para construir esa izquierda moderna que contribuya al desarrollo y el bienestar para todos, más allá del crecimiento y de las buenas cifras económicas que ocultan grandes bolsones sociales a los que no llegan los beneficios del sistema. No existe un compromiso ciudadano mayoritario y bien orientado con este objetivo. Nos es indispensable una teoría del desarrollo que reemplace las utopías latinoamericanas que no funcionaron en el pasado. Y la clave sigue siendo convencer y movilizar un nuevo consenso político y social, como lo intentó Gustavo Mohme Llona, para consolidar la democracia y el estado de derecho.

El Perú necesita reformas políticas y sociales que no se queden en economías de mercado abiertas y competitivas.  Necesita líderes en la izquierda y en la derecha, modernos y sensibles ante la desigualdad y la exclusión. No se trata solo de importar corrientes renovadoras que tuvieron éxito en países desarrollados sino de asumir que cada país debe estudiar sus realidades y diferencias para que las reformas,  contrariamente a lo que viene sucediendo en el gobierno de Ollanta Humala, cuenten con participación, aprobación, legitimidad y credibilidad social.

En plena sociedad de la información los ciudadanos vigilan y cuestionan a políticos e instituciones. Y al Estado ineficiente y demasiado lento para las expectativas mayoritarias. El descontento deslegitima las políticas del gobierno y al propio sistema político con bajísima aprobación para los poderes constitucionales como el Ejecutivo, el Congreso y el Poder Judicial.

Y sin embargo carecemos de espacios para el debate político más allá de lo académico. Las campañas electorales son ganadas por el marketing más que por la racionalidad y la propuesta. Tampoco los medios de comunicación –privados o gubernamentales- propician el diálogo sobre el interés general. Muchas universidades aparecen capturadas por la visión mercantilista y privatista. Valores como la igualdad, la equidad, la solidaridad van perdiendo la batalla frente a  conceptos considerados más modernos como el de un mercado supuestamente eficiente y equitativo asignador de los recursos.

Las ideologías se desdibujan, reemplazadas por los intereses de grupo, políticos y económicos. Los jóvenes no participan en los partidos ni tienen presencia en los medios. No creen ni practican la política, esa actividad que Mohme Llona impulsó en todos los espacios, igualitaria, para todos, convencido de que la primera bandera es ética y social y es la lucha por la inclusión en el camino al desarrollo.

 

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