CONCENTRACIÓN MEDIÁTICA
Y DEBILIDAD POLITICA
Pronto
serán tres semanas de la muy comentada compra por el grupo El Comercio del 54%
de acciones del Grupo Epensa y lo único positivo es que se ha iniciado un debate,
antes ausente, esencial para la democracia. La operación no puede ser más
perjudicial para los intereses políticos de la sociedad pues vivimos momentos
en que conocidos líderes políticos están en su momento más difícil y la
desconfianza ciudadana en el poder político es muy alta. La concentración
mediática es siempre indeseable pero lo es aún más en un país con un Estado
nacional débil. Incrementar el poder mediático, dejarlo en poquísimas manos, en
situación de dominio frente a partidos y líderes políticos con escaso apoyo, es
distorsionar esencialmente la precaria democracia que tenemos.
¿Quién
manda en el Perú?. No exageramos cuando decimos que puede ser el poder
mediático, altamente concentrado en prensa escrita y digital, que logra encimar
al poder político de quienes han sido elegidos por el voto popular. El grupo El
Comercio, con más del 70% de la propiedad de medios escritos, que se refleja
también en la Internet y repercute en la televisión abierta y de cable, podrá
no solo establecer barreras publicitarias, como temen los propietarios menores
de los medios, sino poner la agenda política, apoyar o sacar autoridades
elegidas y designadas y competir con el gobierno en todos los terrenos.
Ya es
lugar común decir que los medios de comunicación en nuestro continente ocupan
el lugar de los partidos políticos que son débiles o inexistentes. Gustavo Mohme
Seminario abrió fuegos al señalar que podría generarse una situación de abuso
debido al dominio mediático de un solo grupo. Se quedó corto porque el poder
incrementado del grupo El Comercio puede no quedar ahí.
El
pluralismo de los medios es vital para una sociedad democrática. Países símbolo
del liberalismo, como EEUU y el Reino Unido, actúan a través de sus gobiernos contra
el inmenso poder acumulado del magnate mediático Rupert Murdoch, acostumbrado a
poner y sacar gobernantes por la fuerza de sus tabloides y cadenas televisivas.
Pluralismo, diversidad, pluralidad, son claves para el derecho a la información
de la ciudadanía y también lo son cuando por estar ausentes dejan todo el poder
a los dueños de los medios.
Concentrar la información en un solo grupo mediático destruye la multiplicidad
de vías para que prevalezca la libertad de prensa. Los propietarios la defienden
a viva voz pero cuando son ellos los que la amenazan vía la concentración,
callan en siete idiomas.
No solo en el Perú, en todo el mundo importantes monopolios controlan el
corazón del negocio, la publicidad, y generan la homogenización de contenidos cuando
ya la dependencia de la publicidad acentúa la uniformidad de los mensajes. La
concentración limita los debates, fomenta los valores de los sectores
dominantes, amenaza el pluralismo intelectual como elemento vital de la
democracia.
Gustavo
Mohme Seminario dijo bien que habrá que “enfrentar el hecho de que un grupo
mediático concentra más del 70% de la publicidad y la venta de ejemplares de la
prensa” escrita del país. Si el interés del diario La República era balancear
el mercado y generar una competencia menos asimétrica a la pre-existente apuntó
mal porque ahora estamos peor. Pero el campanazo está dado. Que su sonido no se
apague si queremos democracia real.
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