Ollanta Humala está conduciendo un gobierno con falencias
de liderazgo y de confianza alarmantes. Ningún político, menos aún un
gobernante, puede darse el lujo de perder legitimidad aceleradamente como lo estaría
demostrando su pérdida de aprobación en pocos meses. Y el Ejecutivo no es el
único poder bajo fuego, también el Legislativo y el Judicial van mal en las
encuestas. Más aún, la crisis de credibilidad alcanza a los mediadores que son
los partidos políticos cuyos líderes máximos están en difícil situación ante la
justicia.
Y llueve sobre mojado cuando el presidente anuncia,
primero en su discurso ante el Congreso y luego en Arequipa, que los tiempos
buenos están por acabarse. Puede cundir el pánico y sabemos cuán importante es
el factor sicológico para superar todo momento difícil. Por ello un buen
reflejo ha sido el llamado al diálogo nacional, el mismo que debe significar terminar
con el ánimo de confrontación que durante dos años ha ensombrecido el ambiente
político.
El llamado al diálogo del Primer Ministro Juan Jiménez
Mayor, es importante pero dada la dimensión de la crisis podría ser
insuficiente si el acercamiento no es liderado por el mismo Presidente Ollanta Humala.
Es él quien debe canalizar la pluralidad política para producir decisiones
políticamente significativas y consensuadas lo que garantizaría eficacia pero
también perseverancia en la actitud dialogante. Un gesto tan importante en un
momento como el actual, no puede ser efímero.
Y es que las múltiples tensiones generadas tomarán tiempo
en desaparecer o ser atenuadas en tanto nos encaminamos a un objetivo en el que
todos los actores políticos, partidos y organizaciones, se sientan involucrados.
Así se podrán lograr fórmulas inclusivas para gestionar las políticas del
Estado de derecho democrático. El diálogo es un recurso de gran valía y no
puede ser malgastado, requiere un mínimo de planeamiento y un máximo de
voluntad política y de representatividad en las partes sentadas a la mesa para evitar
la exclusión, la fragmentación y la violencia.
Es el momento de
invertir en confianza y transparencia para que la legitimidad se incremente, se
detenga la caída libre y se unan los esfuerzos en una sola dirección. La
apertura consecuente deberá manifestarse en un gabinete de ancha base y en
especial en una voluntad concertadora efectiva.
Para Norberto Bobbio el coloquio, la conversación y el
intercambio racional son un ejercicio estimulante de las convicciones
democráticas y una modalidad privilegiada de “hacer política”. En esta línea participamos
el fin de semana pasado en el Primer Foro Cívico Patriótico en Arequipa, organizado
por la Tercera División Militar que dirige el General Leonel Cabrera Pino, oficial
preocupado por la gobernabilidad y la consolidación de las instituciones
democráticas. Su convocatoria tuvo éxito al reunir a autoridades elegidas y
designadas en el debate de una plataforma regional común. Felicitaciones. Vivimos
vientos de cambio y de diálogo en la buena dirección, esperamos buenos
resultados.
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