NECESITAMOS MÁS POLITICA
MARIA DEL PILAR TELLO
Desde San Francisco
03-29-2011
La campaña electoral peruana no es la máxima manifestación de la política. Lo estamos viendo con la llegada a un punto muerto de cinco candidatos que se disputan con pequeñas variantes el mismo lugar y el mismo electorado.
La sociedad peruana todavía debilitada por el oncenio de la dictadura, no piensa en términos de democracia, entre otras cosas porque no hay un sistema de partidos. Sólo contamos con clubes que renacen con cada campaña, frecuentados más por arribistas que por idealistas del bien común, por quienes buscan su propio y estrecho interés individual o de grupo. Clubes que se reciclan en maquinarias electorales y que está visto compiten por los mismos votantes al punto que se encuentran en el centro tratando de bajarse el uno al otro mediante escándalos de corrupción reales o fabricados, el objetivo es deteriorar la imagen del otro. No perciben que ello desmoraliza a la gente que sólo retiene la idea de que la política es sucia, que solo sirve para el latrocinio y la impunidad.
Los políticos que han hecho de este modus operandi su mejor estrategia son el mayor problema. Y luego se dice que los peruanos somos imprevisibles electoralmente hablando. Sucede que los actores políticos decepcionan antes de llegar al poder, practican el tiro al blanco sin respeto ni caballerosidad y los medios, presuntos fiscalizadores, ingresan al juego con entusiasmo pues los escándalos dan lectoría y rating. Y cuando están alimentados por intereses propios se constituyen en grandes electores. No vacilan en estigmatizar de forma genérica simplificando, imaginando u obviando argumentos para que el ciudadano quede más confundido y atine a votar por el que haya logrado saltar mejor la ola de la diatriba y el ataque.
Esto no es política. Desgastar al oponente puede ser rentable para los canales de televisión o para los diarios pero no para el país. Hemos ingresado a una espiral de antipolítica y ahí están los resultados. A menos de 10 días de la primera vuelta los cinco candidatos casi en el mismo punto, sin saber quien es quien, luchando por las décimas para pasar a la segunda sin que se hayan asimilado propuestas. Lo único que queda claro es que pena y culpa van de la mano si decidimos votar el agua sucia con el bebe adentro.
Llama la atención la fragmentación con cinco candidatos casi iguales, con públicos intercambiables, con izquierdas que pueden votar por las derechas y a la inversa, sin distinción posible entre el honesto y el corrupto, nadie se libra del estigma y al final el desgaste de la vida pública tendrá consecuencias en la legitimidad del vencedor.
Pero no olvidemos que el sentimiento que hoy está de moda en el mundo es la rabia. La lección árabe dice que la ira puede ir en aumento. Y no estamos ajenos a ella, la vemos diariamente cuando se abren los micros de cualquier emisora para atacar a los opositores. Da la impresión de que nadie convence pero llegaremos a un resultado, ojala el mejor para el país. Uno que nos permita recuperar la verdadera política de quienes la han puesto en remate en el mercado de las ambiciones.
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