A GRANDES PROBLEMAS
GRANDES DECISIONES
En Opinión diario Exitosa del domingo 21 de Julio 2019
Vivimos un clima de confrontación que se
extiende. A la colisión de poderes Ejecutivo-Legislativo se agrega la pugna
entre mineros y anti mineros que por el proyecto Tía María parecen dispuestos a
llegar hasta las últimas consecuencias.
La lógica de la guerra política se impone a contracorriente del sentido
común que exige salir de este hoyo profundo de desencanto con la democracia en
el cual cada vez más instituciones y líderes están contra la pared sea por
corrupción o por ineptitud. El diálogo es una urgencia no coyuntural, los
problemas reales son demasiados grandes y no se reducen a la lucha anti
corrupción que siendo válida y esencial no es lo único que nos aflige. La
sociedad se siente sitiada por la violencia delincuencial y por la parálisis
económica. Se necesita autoridad, líderes que entiendan que más allá del
discurso y de las encuestas, la gente exige decisiones mayores. Sin ellas la anarquía
podría estar muy cerca.
El gobierno de Vizcarra ha dicho que
está dispuesto a dialogar y debe hacerlo. El clamor por dejar de lado la lógica
de la guerra se siente. En las calles y en las instituciones. La espada de
Damocles del cierre del Congreso es censurada en distintos espacios. La CONFIEP
ha hecho un llamado a la unidad para alcanzar el
desarrollo porque no hay avances con incertidumbre e inestabilidad. El Tribunal Constitucional, el Poder Judicial y la Defensoría
del Pueblo van dejando señales de la necesidad de enmendar errores y actitudes
autoritarias respecto de la Reforma de la Justicia y alertan respecto de la
inconstitucionalidad de imponer criterios y plazos bajo amenaza al Congreso. Un
sector importante trata de que se imponga la racionalidad sobre el infantilismo
político.
Que el sentido común
prevalezca también en la elección de la mesa directiva del Congreso. Es el
momento del diálogo multipartidario con sentido autodefensivo que derive en una
agenda común que le permita reconectar con la ciudadanía. Ojalá el fujimorismo lo
entienda y deje de aferrarse a la Presidencia, Sus antecedentes para nada
brillantes hablan más de obstrucción que de contrapeso democrático.
En cuanto al Ejecutivo, en una semana
Martín Vizcarra presentará su discurso patrio ante el Congreso. Tiene poco
tiempo para reflexionar sobre la inutilidad de su guerra con el Legislativo,
una confrontación lamentablemente potenciada por las exigencias de los gobernadores
regionales del sur. Tía María será solo la cereza de la torta. En clima tan
exacerbado, y lleno de conflictividad, lo responsable es alejar la terquedad
presidencial y concretar el diálogo. Reconocer que el Congreso viene trabajando
en una reforma que es un avance en muchos aspectos. Y ojalá decida cambiar el
actual gabinete de desconocidos para la población, que no da la talla en este
momento crítico, por ministros que no permanezcan en la sombra y sean un activo
de gobierno, que ayuden a desterrar la ineficacia y la inestabilidad.
Si Martín Vizcarra eligiera nuevos
ministros que respondan a una ancha base, dispuestos a apostar por la paz
social y las reformas necesarias, tornaría este Julio convulso en un mes de
esperanza con gestores eficaces que lo acompañen en su último y decisivo tramo sin
confrontaciones banales ni afanes de concentración de poder.
Un gabinete
que pueda hacer frente con serenidad y autoridad a las exigencias y desplantes
de gobernadores o dirigentes como Gregorio Santos en Cajamarca, Elmer Cáceres
en Arequipa, Walter Aduviri en Puno y Vladimir Cerrón en Junín que instrumentan
las desigualdades y las carencias extremas para jaquear al Estado. No son
desafíos menores y se necesitan decisiones mayores desde la responsabilidad con
el país.
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